El procesamiento del mote, un conocimiento ancestral

El maíz sedesgrana a mano en esta comunidad.

El maíz sedesgrana a mano en esta comunidad.

El maíz se desgrana a mano en esta comunidad. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Comer el mote con cáscara o pelado tras un proceso casero y manual, son las tradiciones que mantienen los habitantes de la comunidad de Tumbiguan en la parroquia San Sebastián, en el cantón San José de Chimbo, en Bolívar.

Esta práctica la conservan desde hace más de 150 años en este pueblo, compuesto por casas dispersas edificadas con adobe y techos de teja. Secundino Arteaga, de 70 años, transmite los conocimientos que aprendió de su padre y que aún los pone en práctica en la siembra y cosecha del maíz. Él utiliza las técnicas antiguas, como el uso de la yunta.

En esta parroquia, la cosecha del maíz es todo un ritual. Ellos recolectan las mejores mazorcas, las unen y amarran con hilos de cabuya. Así las cuelgan cerca de la entrada a su vivienda. La idea es que se sequen para luego usarlas como semillas.

“Esta técnica es ancestral y se transmite de generación en generación. Les llamamos ‘perritos’ y representan una buena cosecha. Es un conocimiento que mantenemos en el campo”, explica Secundino.

En esta parroquia, habitada por 1 000 personas, más de 800 trabajan en el cultivo del maíz y en transformarlo en mote pelado. El producto lo comercializan a mercados de Ambato, Quito y Guayaquil.

José Arteaga, presidente de la Junta Parroquial, cuenta que en el caserío Tumbiguan transformar el maíz seco en mote es una tradición. La actividad se inicia a las 04:00. Al maíz lo dejan en la mazorca para que se seque y luego lo desgranan a mano.

“Estos conocimientos se transmiten de padres a hijos. El mote es un producto andino, que lo consumimos todos, especialmente en las fiestas ancestrales y en pambamesas. Es un producto que da energías para trabajar”, indica José.

El proceso de elaboración del mote arranca con la cosecha de las mazorcas y el secado durante varios meses. Luego es desgranado y cocido en grandes tanques de hierro, durante 45 minutos.

José cuenta que las comunidades indígenas que habitaban en esta zona cocinaban al maíz con leña en grandes recipientes, luego lo llevaban al río en sacos de yute para pisotearle por dos horas. En ese proceso utilizaban la ceniza de los fogones que suavizaba la cáscara.

Estos saberes aún los práctica Sergio Orozco. Explica que con un madero se bate constantemente, hasta que la cáscara se afine. Una vez que finaliza el primer paso es vaciado en un tambor, que da vueltas impulsado por un motor eléctrico y la máquina pela el grano. Tras 15 minutos que toma este procedimiento, se lo seca al aire libre en los tendales.

El secado puede durar entre dos y tres días. Tras un día de trabajo, que comienza en la madrugada, se pueden sacar hasta 12 quintales. San José de Chimbo, San Miguel y Chillanes, en Bolívar, son los principales bastiones de este grano. Son
30 000 hectáreas de maíz sembradas que cubren el territorio de esta provincia andina.

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