Desde las 06:00 del jueves 9 de febrero los cuencanos se acercan al féretro de monseñor Luna Tobar. Foto: Xavier Caivinagua/PARA EL COMERCIO
El cuerpo del arzobispo Emérito de Cuenca, Luis Alberto Luna, es velado junto al altar de la Catedral de la capital azuaya. Desde las 06:00 del jueves 9 de febrero, miles de personas se acercaron al féretro para rendir su homenaje.
Hay una particularidad entre quienes llegaron a este templo. Las personas de la tercera edad y los azuayos provenientes de las zonas rurales son mayoría. Ellos dan testimonio sobre el trabajo de evangelización, obras pastorales y formación de los grupos de oración que realizó monseñor Luna.
Los esposos José Guiracocha y Teresa Gordillo ingresaron al grupo de la Sagrada Familia y Legión de María hace más de 15 años. Luna Tobar les motivó.
Ella recuerda que fue un sacerdote entregado a las personas humildes. “Era carismático, recto en su comportamiento y defensor de los derechos”.
Según Gordillo, el prelado decía que “los pobres no debemos agachar la cabeza ante nada y que reclamemos ante las injusticias para vivir con dignidad”. El jueves, ella participó en la misa de las 08:00 y al finalizar hizo fila para mirar por última vez a Luna Tobar.
Gordillo llegó desde la parroquia cuencana de Sinincay y en la misma fila había decenas de campesinos de Ricaurte, Chiquintad, Chaucha, Molleturo y otras zonas rurales.
También estuvo Antonio Jarama, de 79 años, quien llegó desde Paute. Él está agradecido por el trabajo que Luna Tobar realizó en la zona nororiental de Azuay, tras el desastre de La Josefina, en 1993.
Según Jarama, el sacerdote hizo un trabajo incansable. “Nos enseñó a ser perseverantes, luchadores y enfrentar las adversidades. Nos levantó de los escombros y sufrió con nosotros por las pérdidas de vidas, viviendas y cultivos”.
El jueves, las eucaristías de honras fúnebres se realizaron cada dos horas. A las 15:00, la Catedral estuvo llena en la misa celebrada por el arzobispo de Cuenca, Marco Pérez Caicedo.
A esta ceremonia asistió el presidente Rafael Correa, quien se ubicó en filas secundarias, en medio de los asistentes. Adelante estuvieron las autoridades locales del Gobierno.
A las 17:00 se realizó otra eucaristía pedida por la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos para rendirle un homenaje por su lucha en defensa de las libertades y derechos de las personas. Sonia Bonilla guarda gratitud porque “Monseñor se apropió de la lucha para esclarecer la muerte de mi hijo (Damián Peña)”.
Este viernes 10 de febrero, la ceremonia religiosa principal será a las 12:00 con la participación de obispos del Ecuador. Asistirán más de 120 sacerdotes de Azuay, Loja, Guayas, El Oro y Cañar. También estarán las principales autoridades de Cuenca y de la provincia de Azuay.
Al finalizar, el féretro será llevado hasta la cripta de la misma catedral para su sepultura, en un lugar privilegiado. La bóveda está lista desde la mañana del jueves.