Monseñor López fue el artífice de la educación indígena

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En la biblioteca amplia y luminosa, 22 jóvenes hacen deberes y revisan ejemplares de ‘El Principito’, de Antoine de Saint Exupéry.

Lucen coloridas prendas de sus etnias amazónicas: Cofán, Siona, Secoya y Kichwa.

Las chicas, de entre 12 y 17 años, a ratos esbozan una sonrisa, como si susurraran un secreto; los varones fijan su vista en los cuadernos. O en los estantes repletos de libros ordenados.

Kerly Nateno, de 12 años, morena y de vivaces ojos negros, cierra su cuaderno y dice que en el Colegio Intercultural Bilingue Abya Yala estudia 22 días y pasa 8 en su comunidad Jesús del Gran Poder (30 km vía a Quito, cantón Cascales). Nateno, al igual que 195 compañeros, es interna.

Reside en uno de los bien acondicionados dormitorios del colegio de 27 aulas y pabellones, edificados en 60 hectáreas, junto al Río Negro, a 6 km al nororiente de Lago Agrio, Sucumbíos.

Es un lujo en plena selva. Una obra creada por el obispo Gonzalo López Marañón (Burgos, España, 1933) que simboliza su afán de 41 años de apostolado en Lago Agrio y Sucumbíos: lo mejor para los más pobres de la zona.

López, ex vicario de Sucumbíos, dejó, el sábado 30 de octubre, Lago Agrio, su casa.

La salida fue polémica. La iglesia de San Miguel de Sucumbíos –Isamis- en un comunicado expresó su desazón porque monseñor López “fue despedido en una breve, fría e imprevista ceremonia a la que apenas fueron 80 personas”. Sin embargo, el día anterior cientos de pobladores le dijeron adiós y le agradecieron en la Catedral.

Durante tres días, este Diario recorrió Lago Agrio y constató una realidad: al sacerdote español le consideran un padre espiritual, le quieren y admiran por haber unido dos ríos: la prédica del Evangelio y la obra social.

El resultado: una iglesia que busca una vida digna para los más pobres, sin dádivas, solo con unión y esfuerzo (Isamis reúne a 100 comunidades de base).

Isamis no acepta una carta del cardenal Iván Días, presidente de la Congregación Evangélica de los Pueblos, con sede en El Vaticano, en la que al parecer dio 8 días para que López dejara el cargo y abandonase el país.

En la biblioteca de Abya Yala, Kerlin Nateno, de tercer año, resume lo que piensa la mayoría de estudiantes: “Monseñor López era bueno y cariñoso, reía con nosotros, decía que el estudio es liberación y que amemos a la selva”. Ítalo Mardúa, un cofán de 13 años, asiente, mientras revisa un texto de ciencias naturales, de la editorial LNS. Lleva una camisa azul y un pañuelo rojo en el cuello. Nombra a la camisa en su idioma: undikhúje. Él es de Dureno, una comuna de artesanos y agricultores. Antes del recreo de las 10:00, aparece el hermano marista Laurentino Albalá, de 54 años, de León, España. Muestra con orgullo la bien dotada biblioteca: colecciones de Alfaguara, Libresa, LNS'Él enseña literatura. Vive 34 años en Ecuador.

Y explica que los chicos reciben clases de cosmovisión y los idiomas de sus etnias.

Albalá reconoce que hace 5 años, cuando nació el colegio, OCP dio cerca de USD 3 millones para construir las aulas ovaladas, similares a chozas, para que los alumnos estén a gusto, como en sus alejadas comunas. 17 profesores, mestizos e indígenas, dictan las clases en el bachillerato.

Cinco chicos voluntarios ayudan en todo. Ahí están Cristina Parra (17 años), de Riobamba, ex alumna salesiana, y Yesenia Fajardo, de Cuenca.

Albalá invita a recorrer el plantel. Los chicos han salido al recreo. Hay bulla, gritos de alegría, juegos. A Laurentino no le deja dormir un problema: el OCP dejará de entregar USD 30 000 anuales, dinero para la comida y pago de los maestros.

Sin embargo, un director del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) asegura que el apoyo seguirá para mantener la obra, “uno de los orgullos de la zona”.

La obra más grande de OCP -dice- fue la inversión de USD 5 millones en la pavimentación de 11 Km de calles de Lago Agrio. Fue en el 2005.

Cada chico paga solo USD 23 al mes, los padres, humildes agricultores, hacen malabares para reunir ese dinero. “ Es duro seguir, dice Albalá, pero lo haremos con la tenacidad que nos enseñó monseñor López, ojalá OCP nos dé la mano”.

El paraje es un vasto jardín. Las heliconias salvajes deslumbran con su rojo intenso, crecen los helechos cerca del río; hay árboles de caucho, de laurel, un espacio para cultivar yuca y plátano. Un pájaro carpintero ‘pechipunteado’ (cabeza roja y pecho amarillo) se pierde por los bosques de bambú. Es la selva que huele a raíces, a tibia humedad.

Todos vuelven a sus aulas. Nateno y Mardúa se confunden con sus amigos que antes tenían verguenza de llevar sus camisas bordadas, cintillos y vestidos.

Abya Yala queda atrás en el sopor de la selva. Pasado el mediodía, la lluvia remece los árboles. Lago Agrio sigue en el usual bullicio de una ciudad comercial.

Antes del gran río Aguarico se levanta, en 10 hectáreas, el Colegio Técnico Pacífico Cembranos –el nombre de un obispo que antecedió a López Marañón. Si Abya Yala es el colegio bilingue más grande de la Amazonía, el Pacífico no se queda atrás: es el más grande en el campo tecnológico. Fundado por López Marañón en 1972, en el fragor de la era petrolera, ofrece tecnologías en mecánica automotriz, electromecánica, contabilidad... De aquí han salido decenas de técnicos para las petroleras.

Lilián Gordón, la rectora, afirma que estudian 1320 alumnos desde la primaria hasta sexto curso de bachillerato.

Daniela Montero, de 12 años, dice que extrañará a monseñor López. Daniela Bravo, de 11, sostiene que “nunca vio bravo a monseñor, nos dejó este colegio y no pagamos pensión”.

El plantel es fiscomisional. El Estado –dice Gordón- entrega, tras muchos trámites, USD 35 000 al año. En tres grandes galpones, los chicos reparan autos, bajo la guía de los maestros, otros trabajan en tornos y fresadoras, fabrican piezas para carros con herramientas de 25 años, donadas por una misión de Austria.

Una tarea de autogestión

En la biblioteca de Abya Yala.  La etnia kichwa predomina en el colegio multicultural bilingüe; ellas usan blusas celestes con bordados.

En los talleres del Colegio Pacífico Cembranos, el trabajo no cesa. Se oye el golpeteo de martillos, motores que rugen...

Lizbeth Lapo, de 17 años, lleva un casco de protección y viste el uniforme de jean. Confundida entre los varones, dice que sueña con tener su propio taller. Cursa quinto año de Electromecánica. Confiesa que el colegio también consigue recursos mediante el trabajo que hacen los talleres para la gente local. Gordón sostiene que López fue un visionario porque hace 38 años el lugar era alejado de la ciudad, ahora se ha integrado. Ella y Hernán Ortiz, vicerrector, esperan que el nuevo obispo consolide la educación.

La Radio llega a decenas de comunidades 

‘Atención, atención, el señor Marcelino Jipa saluda a su familia y le dice que mañana, al mediodía, llegará a la comunidad de Dureno. Ya compró las medicinas”. 

Estos mensajes, únicos en las radios de provincias, son transmitidos todos los días por Radio Sucumbíos (105.3 FM, 5 000 vatios de potencia). El costo: USD 3. La radio, gestada por monseñor López Marañón, en 1988, es un poderoso medio para llegar a decenas de comunidades dispersas por Sucumbíos y Orellana,  provincias del nororiente amazónico. El 24 de diciembre de 1991 se hicieron las primeras emisiones. Y en mayo de 1992 salió al aire (1300 AM). 

Alcívar Bravo, el actual director, recuerda que al principio cubría apenas 30 km a la redonda; tenía un DEK, una grabadora y una antena de 57 m, en la vía a la laguna. Hoy opera en una moderna casa de 300 m², situada en el centro de Lago Agrio. En 1994 obtuvo la frecuencia en FM.

Bravo, un comunicador de 44 años, reconoce que la radio se escucha en  los cantones de Sucumbíos: Gonzalo Pizarro, Cascales, Nueva Loja, Shushufindi, Cuyabeno y Putumayo. 

 

También se oye en Orellana y parte de Napo. Las etnias shuar, secoyas, sionas, cofanes y kichwa son las más beneficiadas, pues los reporteros van a las comunidades a conocer sus avances y problemas. Por ejemplo -dice Alcívar- hace un año en el km 14, vía a Tarapoa, en una comuna se detectó que el 60% de su gente tenía malaria.

“Difundimos la noticia, sensibilizamos al Gobierno y el Ministerio de Salud envió una brigada de médicos; somos un puente entre las autoridades y los pueblos”. La radio tiene modernos equipos, ya digitalizados; es la más grande   de la zona y su programación es variada: tres noticieros diarios, radiorrevistas de salud, educación, familia. La difusión del Evangelio es uno de sus segmentos fuertes. Se financia con apoyo de ONG  de Europa, como Broederlik Delen, de Bélgica, cuyo apoyo es grande.

Brayan Piaguaje 

Nacionalidad  Secoya

 

Jeniffer   Andy 

Nacionalidad  Kichwa

 

Jorge  Calapucha 

Nacionalidad  Kichwa

 

María  Sol Criollo  

Nacionalidad  Cofán 

 

Betty   Quemaná  

Nacionalidad  Cofán 

 

 

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