Atrás quedaron los vestidos de tul y nido de abeja con los que las madres vestían a sus hijas pequeñas, o los trajes enteros unisex, conocidos como ‘monitos’, para bebés.
Hoy, las opciones de ropa para niños y niñas son más variadas que nunca. Los modelos son vanguardistas, llenos de color y algunos, incluso, son una especie de versiones ‘mini’ de las vitrinas de los mayores.
En el país, son varias las marcas, nacionales y extranjeras, que presentan una opción para los niños. Una de las más reconocidas es Zara Kids, una sublínea de la española Zara.
Cristina Puente, gerenta de EPK, asegura que hoy tanto padres como hijos buscan ‘outfits’ a la moda, que sigan los estilos globales. Ya no son solo los padres quienes eligen la ropa, sino que los chicos participan en las decisiones.
EPK es una franquicia venezolana de diseños franceses. Esta marca lanza dos colecciones anuales, con unos 500 modelos cada una. En la colección actual de primavera-verano se destacan los estampados con los colores vivos como amarillo, verde y azul.
Ahora las niñas ya no solo visten de colores pasteles y los niños ya no optan por prendas azules. De hecho, los modelos infantiles se nutren de la industria de la moda adulta.
Una marca local que entendió este concepto es Fulgore Kids, una línea de Fulgore. Los diseños innovadores son característicos de estas piezas para niñas, que se comercializan en el centro comercial Río Centro Ceibos, en Guayaquil. Fulgore Kids oferta zapatos para las más pequeñas, que son réplicas en miniatura de los zapatos de mujer.
Pero la moda infantil no solo ha logrado conquistar las vitrinas y las pasarelas, también da de qué hablar en las redes sociales. Tal es el caso de Alonso Mateo, un niño de 5 años que ha ganado miles de seguidores alrededor del mundo por su estilo ‘fashion’, que imita al de muchos adultos. Su madre, Luisa Espinosa, es quien crea sus ‘looks’ y sube sus fotos a la Web.
Christian Marcet es propietario de Joe&Carlotte, una empresa guayaquileña que elabora ropa para niños de 1 a 6
años. Las prendas de esta marca tienen un estilo entre ‘hipster’ y ‘vintage’. Una bermuda con una camisa a rayas y un corbatín estampado es una opción de vestuario para los niños, que propone la tienda.
Marcet asegura que a pesar de que los adultos son los que pagan, muchas veces los niños son los que deciden qué ropa comprar. Ellos también buscan la innovación en el momento de vestir, sobre todo los mayores de 4 años.
Un estilo de vida
Luis Andrade, papá de Julián, de 9 años, dice que este interés por la moda se despierta también como respuesta a la presión social. Julián estudia en un colegio de clase alta de Quito, en el que sus compañeros usan prendas de marcas como Zara y Polo Ralph Lauren. Usarlas es sinónimo de pertenecer al grupo. Andrade asegura que destina unos USD 200 mensuales para ropa de su hijo.
Parecería que vestir bien es para los niños, además, parte de un estilo de vida, que se guía por los gustos y preferencias de los adultos. “Desde hace unos dos años Julián elige su propia ropa, se preocupa por las marcas y en su último cumpleaños, quiso ir a comer sushi”, cuenta Andrade.
Para la psicóloga Jéssica Jara, esto tiene que ver con un deseo permanente de los niños por ser grandes, como un ideal. Hay, no solo en la ropa, sino también en otros aspectos una ‘adultización’ de los niños.
“Ellos siempre han querido ser y parecer grandes; mucho de eso tiene que ver con la identificación con los padres”.
Jara opina que en un principio esto no significa un problema, siempre y cuando no se mire al niño como objeto de goce.
Sin embargo, el experto en marketing Luis Delgado, considera que los padres deciden vestir bien y a la moda a los hijos, porque es, en parte, un reflejo de su propio estilo de vida. “En ocasiones, los padres, pueden llegar a usar a sus hijos como accesorios, sin ser conscientes”.
El especialista dice que, si bien los niños son los consumidores de estos productos, los padres son los compradores y quienes toman la decisión final. “Son ellos quienes deciden cuánto pagar por un atuendo y qué prendas se llevan o no a la casa”.
Delgado asegura que las redes sociales son un motor que impulsa estas tendencias.