Encontrar una prenda similar a la que se vio en los desfiles de las semanas de la moda en París o Nueva York con un precio menor a USD 100 puede verse como una ganga.
El mismo producto (aunque realmente no es el mismo por lo que se explicará más adelante) de una marca de lujo como Prada o Chanel supera los USD 5 000 y uno de similares características elaborado por un diseñador local puede costar alrededor de USD 500.
La variación de precios se basa en factores que Martha Cálad, directora del laboratorio de moda del Instituto para la Exportación y la Moda de Colombia (Inexmoda), y Juan Carlos Guamán, director creativo de Jackie Carvajal, explican a continuación.
La principal diferencia es la marca, pues las firmas de lujo venden con cada producto exclusividad y códigos de estatus económico y social.
Las marcas de lujo usan materiales e insumos de la mejor calidad, de tal manera que la prenda sea un objeto durable. Las cadenas de ‘pronto moda’ buscan imitaciones de textiles que reemplacen al cuero o la seda, para reducir costos. Sin embargo, estos insumos son poco resistentes al uso.
La ‘pronto moda’ es tan exitosa por vender a bajo costo imitaciones o creaciones de diseñadores basadas en las tendencias.
Mas para vender una chaqueta por USD 50 o un vestido por USD 100, se basan en un ciclo acelerado de producción, algunas veces criticado por cuestiones ambientales y sociales.
Aquí se encuentra la tercera diferencia. Las firmas transnacionales de moda ‘low cost’ tercerizan la producción, hacia países con debilidades en su legislación laboral. En Bangladesh, por ejemplo, uno de los destinos de la confección, el salario mínimo mensual para los obreros es de USD 66 (2013).
Además, las condiciones de trabajo en esas maquilas son pobres. Tras el colapso de una fábrica de confección en el 2013, 200 marcas -europeas y estadounidenses- se comprometieron a velar por el bienestar laboral.
Las marcas de lujo se caracterizan por trabajar con artesanos calificados. Una cartera Dior, por ejemplo, es realizada 100% a mano por expertos en cuero que cuidan todos los detalles. En Internet se pueden encontrar videos de la cadena de elaboración, donde se transparentan procesos.
Guamán indica que otro punto de distinción es las cantidades por referencia. En su taller, un vestido pasa por hasta siete personas especializadas en diferentes etapas, lo que limita su cantidad de producción.
Mientras tanto, los gigantes textiles minimizan los tiempos eliminando detalles en el diseño y haciendo miles de copias de un solo modelo, que son distribuidos después a países en todo el mundo.
Otro objetivo es que la cadena de producción sea sostenible ambientalmente. En estos puntos y como estrategia de marca, empresas de ‘fast fashion’ como Zara y H&M han liderado un cambio hacia un trato justo con los trabajadores y hacia procesos sostenibles.
A la final, como reflexiona Cálad, el bolsillo es el que elige, pero conocer el ‘tras cámaras’ ayuda a la reflexión del cliente.