En las poblaciones indígenas del norte de Esmeraldas los niños aprenden Cha’apalachi. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO.
En la casa de Armando Trujillo se habla cha’apalachi, lengua originaria del pueblo Chachi, mientras se está al interior de su casa de madera y caña. Su domicilio queda en el valle San Rafael, sur de la ciudad de Esmeraldas, donde hay unas 20 familias de esa etnia.
Los cinco integrantes de su familia migraron a la ciudad hace cinco años provenientes del río Canandé, ubicado en el cantón Quinindé, zona central de la provincia de Esmeraldas, en busca de empleo y de una mejor educación para sus hijos.
Trujillo habla fluido en su idioma para que sus tres hijos conserven la lengua que los distingue de otras etnias. Los diálogos, las órdenes y la orientación las hace en su idioma.
Aunque también habla español, teme que al estar mucho más tiempo en contacto con personas de habla hispana, se pierda de apoco su lengua vernácula, por eso la conserva celosamente con sus hijos.
La lengua cha’apalachi es hablada por aproximadamente entre 7 000 y 10 000 miembros de la cultura chachi en la provincia de Esmeraldas; sin embargo, las nuevas generaciones no lo están haciendo tras migrar hacia las ciudades, explica el exdirector de Educación Intercultural Bilingüe, Luis Añapa.
Por eso, conservar el idioma originario de la población chachi, que en su mayoría habita en la zona norte de la provincia, es un reto, dice Wilson Díaz, de la comunidad de Atahualpa, en el río Cayapas. Solo en la isla Luis Vargas Torres se contabilizan unas 80 familias chachis que llegaron por estudio y trabajo desde Quinindé, Muisne y Eloy Alfaro, cantones donde hay asentamiento Chachi.
Una de las jóvenes chachis que habita en Esmeraldas hace 15 años es Rosalba Añapa. Ella ha dejado de hablar el 60% de cha’apalachi, porque en la universidad y en su trabajo está más relacionada con hispanohablantes. Sus dos hermanos de la misma nacionalidad no saben del idioma.
Otro factor que amenaza la conservación de la lengua nativa es los matrimonios entre chachis y afros, chachis y montuvios, entre otras uniones que se dan, porque simplemente dejan de hablar en el idioma nuestro, expresa el coordinador de la Asociación de Jóvenes Chachis, Lugardo Añapa.
Uno de esos casos es el del profesor de cha’apalachi en la Pontificia Universidad Católica de Esmeraldas, Adolfo Chapiro. Sus tres hijos, desde el mayor de 35 años, no hablan su lengua nativa.
Chapiro señala que actualmente existe un alto grado de monolingüismo en Cha’palaa en las comunidades ancestrales y la lengua está siendo transmitida a niños para su conservación, lo que no ocurre con las familias que están en la ciudad, afectadas por los cambios sociales.
En las mallas curriculares se establece la enseñanza del idioma, como en efecto se realiza en las escuelas que están en la zona norte de Esmeraldas, junto al río Cayapas.
Los maestros imparten el cha’apalachi a afros y chachis. Ese es el caso de las unidades educativas como Loma Linda, Zapallo Grande, Pichiyacu, Playa Grande y Santa María del Cayapas, del cantón Eloy Alfaro.