El compositor ecuatoriano de música experimental Mesías Maiguashca ofreció la noche de este lunes 9 de noviembre de 2015 una conferencia, un día antes de su primer concierto de música acusmática en Guayaquil. Foto: Alexander García / EL COMERCIO.
La declaración suscitó risas de los asistentes a la charla. El sonido de los discursos de los políticos fue siempre para Mesías Maiguashca “música folclórica”. El compositor ecuatoriano de música experimental creció escuchando en Quito las alocuciones de ‘El Loco’, José Velasco Ibarra, e incorporó elementos como esos a sus primeras piezas, ‘paisajes sonoros’ en los que grabó el canto de los pájaros o el movimiento de las plazas y mercados capitalinos.
Maiguashca (Quito, 1938), residente desde los años 60 en Alemania, cultor de la nueva música electroacústica, ofreció la noche de este lunes 9 de noviembre de 2015 en el Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) la conferencia A la búsqueda de una estética musical.
“El folclore es un útero, pero también es una prisión”, subrayó durante la conferencia Maiguashca, que ha reivindicado con su música sus raíces indígenas. “Hay que tomar el folclore como un punto de partida para las transformaciones. Lo primero que he hecho como compositor es romper el útero, salir del folclore”, indicó.
El músico explicó que su carrera ha consistido en descubrir “lugares alternos”, con objetos sonoros, música para instrumentos andinos o europeos, electrónica por computador, grabaciones y sonidos concretos.
Ayayayayay (1971), una pieza de música concreta, superpone las grabaciones de Oswaldo Guayasamín cantando a la guitarra Adonde, por donde iré y los chillidos de la matanza de un cerdo, “como una alegoría del país de entonces”.
La pieza será una de las que Maiguashca tocará y comentará en el concierto de música acusmática de este martes, su primera presentación artística en Guayaquil, adonde llegó invitado por la Universidad de las Artes (Uartes).
El concierto gratuito se realizará hoy 10 de noviembre de 2015, a las 19:00, en el Auditorio del Centro Cultural Simón Bolívar (antiguo Maac).
“En los conciertos de música acusmática no hay nada que ver, simplemente viene de altavoces y no existe un músico ejecutante. Yo simplemente aplasto un botón”, le explicó Maiguashca a EL COMERCIO.
“El público está acostumbrado a ver a alguien tocando y mucho de la música entra por los ojos, pero acá tratamos de preponderar el sentido del oído –agregó el compositor-. El reto es lograr que el espectador se concentre, empiece a tener entre comillas visiones, excitar su imaginación”.
Entre las composiciones del ecuatoriano están piezas para tocar en vivo por ensambles de instrumentos andinos, como Chulyadas (20011) con la que logra tensiones y apariencias eléctricas. Y obras en las que mezcla el susurro de textos históricos en cintas magnéticas con música para flauta y chelo, el caso de El Oro (1992), un tema sobre el “holocausto” que significó el descubrimiento de América.
En la conferencia mostró un video de una rudimentaria escultura de madera que creó con su hijo, mezcla de cóndor, puma y serpiente, animales de la cosmovisión andina. Sujeta con resortes y cuerdas musicales a un andamio, la estructura produce sonidos de percusión y de instrumentos de cuerdas, al ser rozada por el arco de un violín.