Matthew Carpenter: 'La confrontación es parte del juego de las redes sociales'

Matthew Carpenter dirige una agencia de marketing digital. Se ha centrado en la importancia de comunicar mediante el uso de la tecnología para llegar al público. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Matthew Carpenter dirige una agencia de marketing digital. Se ha centrado en la importancia de comunicar mediante el uso de la tecnología para llegar al público. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Matthew Carpenter dirige una agencia de marketing digital. Se ha centrado en la importancia de comunicar mediante el uso de la tecnología para llegar al público. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

Las redes sociales se han posicionado como las plataformas de comunicación por excelencia. Con millones de millones de usuarios. Este es el espacio perfecto para generar opinión pública en la era digital, no importa de qué tipo, pero está en la conversación de la gente.

¿Por qué las redes sociales se han convertido en los espacios primarios de comunicación?
Porque convirtieron a cada uno de nosotros en un medio de comunicación, en donde controlamos una comunidad de personas que nos prestan su atención y nos dan el poder de seleccionar lo que queremos que nuestros amigos vean.

Si tenemos semejante ‘poder’, ¿por qué lo que más impacta son los hechos escandalosos?
Tiene que ver con nuestra biología, creemos que somos seres racionales que a veces nos dejamos llevar por la emotividad, pero la verdad es que somos seres emocionales que a veces somos racionales y reaccionamos ante ciertas cosas básicas como el miedo. Las noticias que provocan miedo son las que más van a ser compartidas. Otro tema que tiene acogida es el sexo, porque son temas que van a apelar a nuestros instintos más básicos.

¿A la gente le gusta la polémica, sobre todo en los temas políticos?
La política, sobre todo cuando se realiza en redes sociales, se parece más al fútbol que a cualquier otra cosa, porque tenemos barras y cada uno se alinea con su banda y luego buscamos información que apoye nuestro punto de vista, nuestra perspectiva ya establecida. Además, las redes sociales permiten la interacción directa entre el político y su audiencia y hasta para contestar a sus rivales políticos. Por eso vemos esta nueva confrontación, e incluso una forma de fidelizar a la hinchada es atacar al otro candidato o político.

¿Entonces, es algo innato en los seres humanos la confrontación?
A veces a la gente le gusta la pelea a través de redes sociales porque es muy seguro y nos permitimos hablar de una forma en la que no hablaríamos si estuviésemos sentados con esa persona a nuestro lado.

¿Por qué Twitter es el espacio, incluso más que Facebook, para el debate o la confrontación?
Lo primero que hay que entender es que cada red social tiene sus reglas, no son habladas pero sí culturales. Las cosas que posteamos en Facebook no son las que posteamos en Linkedin y si tú tratas de postear algo de Facebook en Linkedin alguien te va a reclamar, entonces como sociedad hemos decidido cuáles son los comportamientos aceptables en estos distintos medios. Si abres Twitter ves un ambiente negativo con bastantes quejas, con mucha pelea y si abres Instagram el mundo es muy bello. Entonces las reglas que gobiernan esas redes sociales crean diferentes ambientes.

¿En algún momento entenderemos que Twitter no debe ser usado para eso?

Esos comportamientos van a ir modificándose con el tiempo, porque siempre que hay una nueva tecnología el mundo se demora en determinar nuevas reglas para esa tecnología. Por ejemplo eso pasó con el uso del celular: antes era común que una persona saque el celular en el cine y ahora si lo haces, alguien te va a decir que no lo puedes hacer. A veces la sociedad se demora en decidir las reglas para esa nueva tecnología, pero ojalá lleguemos a entender que la confrontación en redes sociales no es productiva, que no genera debate, nos hace más daño a nosotros mismos como seres humanos.

¿Las redes sociales han modificado nuestra forma de comunicarnos?
Sí, porque ahora todo está abierto, como la jueza aquella que se dio cuenta de que las nuevas generaciones no pueden cometer errores porque cualquier cosa que hagas en redes sociales es pública y no hay forma de borrarlo, y aunque lo elimines de Facebook puede haber un respaldo, hay gente que va a poder encontrarlo. Tenemos que asumir un nuevo nivel de responsabilidad, esto es más difícil para alguien que tiene 16 años y no está pensando en cómo sus tuits o fotos le van a afectar cuando esté aplicando por un trabajo y su empleador haga una búsqueda en Google para saber quién es y está todo ahí .

¿Si la gente sabe que cualquiera puede ver lo que posteamos, tenemos una nueva concepción de lo que es la privacidad ahora?
Sí, pero el tema de la privacidad, aunque es un concepto general, también es cultural. Por ejemplo, yo nací en Canadá y allá yo no puedo abrir el sistema del SRI y ver cuánto pagó cada persona en sus declaraciones de Impuesto a la Renta. Esta es información privada, pero en Ecuador se ha normalizado, de hecho hay bastante información a la que tú puedes acceder en Ecuador a la que sería ilegal acceder en otros países. Nuestro concepto de privacidad es cultural, pero también creo que siempre estamos comparando el valor entre ser privados y públicos y estamos optando por ser públicos en lo que hacemos.

Si optamos por ser públicos, ¿debemos ser recordados en las redes por publicar escándalos o incluso noticias falsas?
En redes sociales estamos teniendo influenciadores, que al igual que un medio de comunicación, ganan su credibilidad por lo que publican. En el norte de México, en donde es superpeligroso informar, hay cuentas anónimas de Twitter que tienen más credibilidad que los canales de televisión, porque están ahí, viven lo que pasa y comparten información verídica. Hay líneas de credibilidad y en algún momento aprendemos a diferenciar entre lo que estamos dispuestos a leer y lo que estamos dispuestos a compartir. Tenemos que pasar por sufrir las consecuencias de la irresponsabilidad de nuestras decisiones para aprender. Un político publicó que Tame iba a despedir a 300 personas y el número real era menor, entonces yo ya no le voy a creer.

Pero hemos visto que las noticias falsas se viralizan rápidamente, como pasó en las elecciones de Estados Unidos. Ese tipo de información, la escandalosa, la conflictiva, la que la gente más consume.
Vivimos en un mundo de información instantánea, donde los medios no siempre tienen tiempo de contrastar porque deben ser los primeros en publicar algo, por otro lado hay páginas que publican “noticias” chistosas, como The Onion en Estados Unidos, o El Mercioco. Lo otro es que hay un negocio de noticias falsas y eso fue visible en las últimas elecciones de Estados Unidos porque el modelo de negocio de Internet es captar la atención de la gente y tal vez hagas clic en un anuncio y eso les haga ganar dinero. No tienen un punto de vista ideológico ni político, solo quieren ganar plata y encontraron terrenos fértiles en Google, Facebook y Twitter.

¿Por qué?
Cada una de esas plataformas prefiere no intervenir en el contenido que se publique en sus redes sociales. Recién hubo caso de una niña de 12 años que se suicidó, se filmó, lo subió a Facebook y la red social se demoró dos semanas en bajarlo porque Facebook no quiere ser árbitro en este mundo y decir qué es cierto o no. En Sudán del Sur ahora hay una guerra civil y hay gente que participa en masacres porque se basaron en noticias falsas. Y las redes sociales querían ser jueces y parte de esta actividad, pero recién Google empezó a desarrollar herramientas para decir esto no es verificado y Facebook está sintiendo la presión de la gente para prohibir que ciertos actores difundan noticias falsas.

Pero ha habido redes que han querido establecer mecanismos de control y ha habido muchas críticas de sus usuarios porque prefieren esa ‘libertad’ de poner y consumir lo que sea. Es una dualidad inentendible.
Todos sabemos que es un problema para el que no hay aún una solución. Instagram trató de controlar lo que se publicaba pero recibió críticas de sus usuarios. Por ello, ahora es la oportunidad para que los medios tradicionales demuestren su credibilidad, porque -aunque han migrado lentamente al medio digital- al ser marcas con trayectoria pueden solventar las noticias falsas. Y ya habrá tecnología que controlará las noticias falsas.

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