Las cacatúas son animales sociables. Foto: EL COMERCIO
En la actualidad existen las comodidades para que los animales más particulares se conviertan en compañeros o en elementos estéticos para los ambientes del hogar.
Por supuesto, esto excluye a animales con amenaza de extinción, muy grandes o peligrosos para el ser humano. Los que sí están dentro de la tendencia son los que se pueden tener en biotipos diseñados.
La familia Chiriboga adquirió una llama hace cuatro años. Cuzco vive en el patio y no requiere de muchos cuidados, según Isabel Chiriboga. Las llamas y otros mamíferos, como cuyes o cerdos, son ideales para vivir con familias, ya que están domesticados y no son peligrosos para los niños.
Cuzco, la llama de la familia Chiriboga. Foto: EL COMERCIO
En cambio, Aída Ávila se despierta con el canto de dos cacatúas. “En la mañana me piden el desayuno y siempre responden con un silbido cuando les hablo”, cuenta Ávila.
Hace año y medio, su hijo las recibió como un obsequio. Sin embargo, Ávila no volvería a tener aves como mascotas, pues cree que, por más comodidades y atención que se les dé, las jaulas no son un lugar propicio para ellas.
Para Miguel Ángel Jácome, biólogo y dueño de una fábrica de terrarios y acuarios -Valhalla Fish-, el principal problema a la hora de adquirir una mascota es el desconocimiento, ya que gran parte de las veces se compran animales que han sido extraídos de sus hábitats naturales, afectando a la biodiversidad y fomentando el tráfico de especies.
Jácome recomienda que siempre que se busque un nuevo miembro para la familia “debemos informarnos sobre sus características, el biotipo y la alimentación… los cuidados que merece”.
Distintos peces son mascotas populares. Foto: EL COMERCIO
Con ello en mente y con la meta de crear un mercado de mascotas con fines educativos, y a la vez paliar el tráfico ilegal de especies, nació Wikiri, empresa privada dedicada al biocomercio sustentable de anfibios.
Wikiri comercializa anfibios propios de los bosques ecuatorianos nacidos y criados en cautiverio. Solamente se venden ejemplares a partir de la segunda generación de especies que han nacido en el laboratorio, pues los objetivos de las anteriores eran científicos y de repoblación.
20 especies de anfibios están en el programa de comercialización, el cual apoya la investigación y el cuidado de los más de 500 tipos de ranas que habitan en el Ecuador.
Los anfibios más vendidos de acuerdo con María Dolores Guarderas, gerenta general de Wikiri, son Ceratophrys stolzmanni, también llamada Rana Pacman, y la Dendrobates sylvaticus, conocida como Rana Diablito.
Mauricio Velásquez, junto a Pecas. Foto: EL COMERCIO
Cuando Mauricio Velásquez conoció sobre esta iniciativa, adquirió una Agalychnis spurrelli, una rana con puntos amarillos en la espalda que cabe en una mano. Aunque su objetivo fue acomodarla en un terrario con fines estéticos, cuenta que son los niños quienes más disfrutan de su presencia.
Eso sí, las reglas están claras para los tres hijos de Velásquez, quienes saben que Pecas es un animal muy delicado al que no hay que tocar, sino en casos excepcionales. “Es una buena experiencia para los niños; adquieren responsabilidades, toman conciencia de la fragilidad de la naturaleza y se interesan por conocer más sobre las ranitas”, comenta.