Las máscaras en madera, un rostro de lo andino

Manuel Toaquiza talla en su taller las máscaras de perros, colibríes y el Diablo Huma, el oso para vender en su local de Quito. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

Manuel Toaquiza talla en su taller las máscaras de perros, colibríes y el Diablo Huma, el oso para vender en su local de Quito. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

Manuel Toaquiza talla en su taller las máscaras de perros, colibríes y el Diablo Huma, el oso para vender en su local de Quito. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

El Diablo Huma, el oso, el lobo, los payasos y los demonios pintadas con vistosos colores son los personajes principales en las obras de arte de los artesanos indígenas de Pujilí.

Las máscaras talladas en madera se elaboran en pequeños talleres familiares que funcionan en este cantón de Cotopaxi. En un estrecho espacio, Manuel Toaquiza y sus tres hijos dan forma a las máscaras con las herramientas como quita bocado, tachuelas, suelas.

Una vez que la máscara está lista es enyesada, pulida y pintada. En un par de días convierten un trozo de madera de pino en una vistosa artesanía que es comercializada en el local que alquila en las cercanías del Hotel Quito, del cantón.

Manuel, de 56 años, cuenta que es descendiente de artistas y pintores de la comunidad Tigua, localizada en la vía Latacunga-Zumbahua-La Maná. Se inició como pintor de cuadros utilizando la piel curtida del borrego como el lienzo donde grafica la vida indígena.

Luego se interesó por el tallado de las caretas con formas de animales del mundo andino y de la Amazonía como el perro, el lobo, el leopardo, el colibrí que aún utilizan los disfrazados en los pases del Niño de Isinche.

Los personajes autóctonos como el Diablo Huma y figuras estrafalarias de diablos sobresalen. A esto se sumaron los payasos y catrinas o calaveras. Cuenta que en su pueblo esta tradición viene hace más de 45 años.

Uno de los más jóvenes talladores de Moisés Toaquiza. Esta técnica la aprendió hace 15 años. Cuenta que la trasmisión de conocimientos es importante para que la artesanía de las máscaras y de la pintura indígena no desaparezca.

Hace tres años, diseñó y sacó nuevas figuras como el Diablo Huma (Cabeza de diablo, en español) que es el personaje principal en el Inti Raymi de Cayambe, en Imbabura, y de otras fiestas andinas que se celebran en el Ecuador.

La máscara es tallada en diversos tamaños. Tres agujeros son los ojos y la boca del Diablo Huma. Las orejas se representan por una par de asas de madera. En la parte superior tiene una hilera de cachos o cuernos.

Moisés cuenta que el Diablo Huma tiene dos caras que son similares. Están decoradas con los colores del arco iris. “Esta actividad artesanal, a más de ser un legado, representa el principal ingreso económico de estas familias.

El secreto es usar madera tierna que luego es tallada y puesta a secar en el sol, finalmente los acabados con pinturas como óleos y acrílicos.

Hugo Albán, estudioso de la cultura de los pueblos andinos, explica que el tallado de las máscaras y de la pintura comenzó a ser comercial en las comunidades indígenas hace 45 años. Su técnica se basa en la técnica de la pintura ingenua, es decir, que no tiene ciencia.

Afirma que en la comunidad de Tigua los taitas tallaban sus propias máscaras para disfrazarse en las celebraciones ancestrales como Cuasimodo y Tres Reyes. “No era comercial, por eso hay máscaras talladas hace más de un siglo”.

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