La manorexia, un mal oculto y aún desconocido por los hombres

Los trastornos alimenticios en varones tardan más tiempo en ser detectados. Una de las causas es la percepción generalizada de que la anorexia solo afecta a mujeres. Foto: Freeimages.com.

Los trastornos alimenticios en varones tardan más tiempo en ser detectados. Una de las causas es la percepción generalizada de que la anorexia solo afecta a mujeres. Foto: Freeimages.com.

Los trastornos alimenticios en varones tardan más tiempo en ser detectados. Una de las causas es la percepción generalizada de que la anorexia solo afecta a mujeres. Foto: Freeimages.com.

El caso de Perry Andrews, un joven galés que superó la anorexia y logró recuperarse gracias al fisicoculturimo, puso sobre la palestra un tema que inquieta a médicos e investigadores.

Se trata de los trastornos alimenticios en los hombres, un problema que, erróneamente, ha sido catalogado como un padecimiento exclusivo del género femenino.  

Andrews, escribió el Daily Mail el viernes pasado (7 de noviembre), llegó a pesar 19 kilogramos y su vida estuvo en riesgo.

Una de las causas que perpetúa esa percepción, dijo Adriana Oñate, psicóloga clínica del Hospital Metropolitano, es que está más ‘aceptado socialmente’ que las mujeres puedan llegar a sufrir esta patología. Incluso, aseguró la experta, el entorno familiar del paciente masculino no le da la importancia a los síntomas que puede estar padeciendo el enfermo.

Un estudio de las universidades de Oxford y Glasgow, publicado en el British Medical Journal Open, concluyó que los hombres que sufren trastornos alimenticios tardan más tiempo en recibir un diagnóstico. Precisamente porque la anorexia masculina, también llamada manorexia, es una enfermedad oculta que se camufla. Según al documento, 1 de cada 2 000 hombres es afectado por el trastorno.

Ese es el caso de Sebastián C., de 24 años, que tomó conciencia de su padecimiento cuando un compañero de la universidad lo encontró en el baño de la institución vomitando.

Su obsesión por mantener un peso bajo, confesó, se remonta a su época de colegial. “Me molestaban porque no podía hacer las actividades en la clase de educación física y eso me afectó profundamente”.

A pesar de que no fue un caso crítico, llegó a pesar 90 libras. Actualmente su peso está en 135 libras. Desde hace cuatro años, Sebastián acude a terapias psicológicas y cumple un régimen con una dieta especial.

De acuerdo con la experiencia de Oñate, los factores que inciden en la aparición de la enfermedad van desde presiones sociales por mantener una figura excesivamente flaca, hasta casos en el entorno familiar en los cuales se mantienen dietas de forma continua. También inciden problemas biológicos, como daños en el centro de saciedad de las personas.

Además, otro factor es la dificultad que tienen los pacientes para hablar de su problema y buscar ayuda profesional. “Es común que las personas acudan a una consulta psicológica por otro problema, pero en el diagnóstico se detecta que tienen trastornos alimenticios”.

Por lo general, son los padres del paciente quienes llevan al enfermo a recibir atención.

Para tratar un cuadro de manorexia, lo recomendable es contar con al menos tres profesionales: médico general, psicólogo y un experto en alimentación. Así lo sostuvo Viviana Herrera, nutricionista, quien comentó que los efectos en la salud de los pacientes que no ingieren alimentos son graves.

Según la experta, las mayores deficiencias de nutrientes se presentan en especial con el zinc, hierro y el magnesio, así como los ácidos grasos esenciales. “En el tratamiento se incluyen alimentos que aporten nutrientes, como carnes de pescado, res, cordero y cerdo, leguminosas y nueces”.

El uso de suplementos es una opción temporal, en caso de que no se alcancen las recomendaciones a través de la alimentación.

A pesar de que los casos en hombres no son tan numerosos, hay un segmento que está más propenso a sufrir este desorden, añadió Herrera. Principalmente, aquellos que se ven obligados a mantener un cuerpo ‘ideal’. Entre ellos, modelos, actores, bailarines e, incluso, deportistas de alto rendimiento. “El conteo de calorías, el miedo a engordar y la presión sociocultural afecta más a estos grupos”.

Las dos expertas coinciden en que la familia juega un rol fundamental para detectar posibles casos. “A veces, dicen, no quiere comer, pero como es hombre no va a pasar nada”. Para Oñate, estas actitudes equivocadas retrasan la detección y pueden agravar el trastorno.

Ante esta realidad, la organización internacional Beat eating disorders recomendó iniciar campañas de educación para que la sociedad tenga más conocimiento de los problemas alimenticios, que pueden afectar a hombres y mujeres.

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