Juan Canejo es comerciante informal. Recorre el Suburbio y los mercados de Guayaquil para ganar unos USD 8 al día. Su mochila es su colega y también su cómplice: allí lleva parte de su brazo derecho.
Camina seguro, con la mirada fija. Tiene una sonrisa amplia, pese a la mala situación económica. A diario, un bolso de lona descolorido lo acompaña en su trabajo por las calles de la ciudad.
fakeFCKRemoveA ratos, el vaivén del bolso devela su condición. Hace 22 años, mientras laboraba en una construcción, una descarga eléctrica quemó casi toda su mano. “Topé un transformador con un fierro, casi muero, pero salí adelante”.
La recuperación fue lenta y el diagnóstico desalentador. Tuvieron que amputarle la mano. Eso no fue un obstáculo. El apoyo de su familia lo animó y ahora sus dos hijos le dan fuerzas para seguir.
Cuenta que nunca usó prótesis, por la falta de recursos, pero eso cambió el pasado viernes. El hombre de 40 años fue uno de los 50 beneficiarios de un plan gestionado por el Club Rotario Centenario de Guayaquil.
Con cuidado, desliza su mano por el cierre de un pequeño estuche. Lentamente, saca su prótesis: primero la mano, luego el soporte para el brazo. La mano LN-4 es café, de plástico y pesa 225 gramos. Con ella, Canejo podrá tomar café, cepillarse los dientes, escribir, levantar cosas y hasta atarse los zapatos. Por ahora comenzó por delinear su nombre. En una hoja arrugada esboza líneas y curvas hasta lograrlo.“Debo acostumbrarme. Todo es poco a poco”.
Los equipos ortopédicos son diseñados por el industrial estadounidense Ernie Meadows. En el 2005, él y su esposa Marj decidieron crear un diseño exclusivo para el club Rotario como un recordatorio de su hija Ellen, de 18 años. Esta falleció en un accidente automovilístico.
César Cansing, presidente del Club Rotario Centenario, explica que también destinaron 30 prótesis para Loja. Para identificar a los beneficiarios solicitaron ayuda al Consejo Nacional de Discapacidades (Conadis) y esperan beneficiar a más personas.
Luis Guzmán es otro de los beneficiarios. Hace 19 años perdió parte de su brazo derecho en un accidente laboral. Hasta hace una semana, utilizó una prótesis estética, que cambió por un equipo más funcional. La nueva es un apoyo para su trabajo. El hombre de 44 años trabaja en un almacén de electrodomésticos, en el área administrativa. “He seguido con mis actividades normales. Claro que tengo ciertos impedimentos, pero no me detengo”.
Jesús Gallardo conserva ese mismo espíritu. El joven de 21 años toma fuerza en su familia y en su trabajo. Él también recibió un aparato que coloca en su mano izquierda, la que perdió en un accidente mientras laboraba cerca de un montacargas.
Aunque Luis y Jesús tienen un trabajo estable, otros como Juan Canejo tienen que afrontar la falta de apertura de las empresas. No ha tenido oportunidades, pero sigue buscándolas. “No somos inferiores ni incapacitados. Tenemos voluntad para trabajar, pero muchas puertas se nos cierran”.