Los manglares son un pilar en la lucha contra el CO2

En Puerto El Morro, los pescadores viven de lo que obtienen de  los manglares. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

En Puerto El Morro, los pescadores viven de lo que obtienen de los manglares. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

En Puerto El Morro, los pescadores viven de lo que obtienen de los manglares. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Tan solo 1 hectárea de bosque de manglar puede retener hasta 1 000 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Aunque suene extraño, el papel en la lucha contra el cambio climático de estos raquíticos árboles es superior al de exuberantes especies de las sabanas tropicales, de los espigados árboles de los bosques secos tropicales, incluso de las frondosas selvas tropicales.

Pero la importancia de estos bioescudos no es del todo valorada. Sus bosques están de­sapareciendo a una velocidad de tres a cinco veces más rápida que la deforestación global y como consecuencia se producen daños valorados en hasta USD 42 000 millones por año. Así lo reporta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

“Si se liberase a la atmósfera el CO2 de los manglares, las emisiones resultantes equivaldrían a viajar 26 000 000 km en auto; ¡650 veces la vuelta al mundo!”, cita el reporte ‘La importancia de los manglares: un llamado a la acción’, publicado en 2014 por el Pnuma.

Los manglares son parte de la geografía de 123 países. Suman 152 000 km² en todo el planeta, cubriendo el área de transición entre el continente y el mar (zona intermareal). Y es justamente su ubicación lo que los convierte en eficientes depósitos de carbono. Su suelo emite niveles bajos de metano debido a la salinidad y esto favorece la captura del dañino CO2, uno de los gases de efecto invernadero responsable de la afectación del clima.

Solo bajo tierra, los mangles pueden concentrar entre 83 y 99% de dióxido de carbono. El resto se almacena en su biomasa (raíces, troncos, follaje...).

Particularmente, los mangles en las zonas ecuatoriales son los más eficientes en esta tarea. Esto debido a la baja salinidad del suelo, las abundantes lluvias y la ausencia de ciclones.

Ecuador posee 147 228,60 ha de manglar, según datos del Centro de Levantamientos Integrados de Recursos Naturales por Sensores Remotos (Clirsen, 2006), avalados por el Ministerio del Ambiente.

1 300 de esas hectáreas dan vida a Puerto El Morro, una comuna rural de Guayaquil (Guayas) que acoge a unos 2 000 habitantes. Aquí, el 70% se dedica a la pesca artesanal de corvinas y lisas, de cangrejos y ostiones, de mejillones y conchas pata de mula…

En su canoa a remo, César Escalante surca los canales de un estero en busca de mejillones. Cuando la marea baja, los moluscos quedan adheridos a los troncos de mangle y expuestos a las manos de los pescadores.

Cerca de 100 millones de personas en el mundo habitan a menos de 10 kilómetros de algún manglar. El Pnuma calcula que, a más de su aporte al combate contra el cambio climático, estos ecosistemas generan ingresos desde USD 33 000 anuales por hectárea.

Y el turismo comunitario es una de esas fuentes. En su lancha a motor, Segundo Anastasio ofrece recorridos por los manglares de El Morro a cambio de USD 5 y 8. La ruta está resguardada por delfines y una diversidad de aves, desde garzas rosadas hasta fragatas.

El 71% del manglar nacional se ubica en Guayas, como explica Cecilia Herrera, directora de gestión ambiental de la Prefectura. Sin embargo, cerca del 27% de la extensión original del país se perdió. “La deforestación fue mayor entre 1987 y 1995, con pérdidas de entre 1 500 y 1 800 hectáreas por año”.

La tala por el crecimiento urbano y para la construcción de camaroneras fueron las principales amenazas. Ese panorama es similar en el mundo, pues se calcula que más de la cuarta parte de la extensión original de estos bosques ha desaparecido.

Xavier Chalén, gerente del Programa Marino de Conservación Internacional Ecuador, afirma que cada hectárea de manglar podría almacenar hasta 1 850 toneladas de CO2 solo en el primer metro de profundidad del suelo.

De ahí la trascendencia de su conservación. El informe del Pnuma incluye entre sus recomendaciones la creación de una Comisión Mundial de Manglares y el acceso a créditos o bonos de carbono para restaurar y cuidar este ecosistema.

En el país, Chalén resalta los planes de reforestación y los acuerdos para el uso sustentable y custodia del manglar, dirigidos por el Ministerio del Ambiente. En los últimos 14 años se han firmado 66 acuerdos que suman 66 059,67 hectáreas protegidas en manos de comunidades ancestrales.

Otras 2 800 hectáreas han sido reforestadas. Las diminutas plántulas son un aporte para evitar los pronósticos globales.

En contexto

Los manglares representan el 0,7% de la superficie de bosques tropicales del mundo y son reconocidos como uno de los mayores captadores de CO2. La ONU estableció el 28 de enero como el Día Mundial de la Reducción de las Emisiones de CO2.

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