Obra de teatro ‘La Razón Blindada’ del grupo Malayerba. Foto: Archivo EL COMERCIO
Todo comenzó en el Quito de 1979, en pleno gobierno de Jaime Roldós, justo cuando el país vivía su bonanza petrolera. Un grupo de actores que habían huido de una Argentina militarizada llegó a esta ciudad. Y para continuar con su labor sobre los escenarios, ellos decidieron abrir un colectivo teatral al que llamaron Malayerba.
Y como ‘yerba mala nunca muere’, aquella agrupación de los setenta se ha mantenido viva hasta la actualidad. Lustros en los que han consolidado una propuesta teatral que ha posicionado a Ecuador entre los destinos para estudiar actuación en Latinoamérica.
“El eje de la producción espectacular desde la década de los años 80 en el teatro ecuatoriano está en el grupo Malayerba”. Así recuerda Patricio Vallejo, en su libro-ensayo ‘La Niebla y la Montaña’, el trabajo de esta agrupación, que en sus orígenes estuvo conformada por figuras como Rosario Francés, Arístides Vargas, Susana Pautasso, María Escudero, Lupe Acosta, Carlos Michelena, entre otros.
Con el paso de los años, Vargas ha podido diferenciar tres momentos específicos dentro de la propuesta de Malayerba. El primero (inicios de los 80) se refiere a su labor como colectivo, en el que importa montar obras con la participación de la mayoría de los miembros. En el segundo instante (mediados de los 80), denominado ‘de autor’, se trabaja sobre textos de reconocidos dramaturgos extranjeros. Su última etapa, en la que Malayerba adquiere su espíritu como colectivo y escuela de formación, continúa hasta la actualidad. De esta, en la memoria de su público quedan piezas emblemáticas del teatro nacional como ‘Jardín de pulpos’, ‘La razón blindada’, ‘La toma de la escuela’, ‘La república análoga’.