La celebración fue en la Plaza de la Identidad. Foto: Julio Estrella/ El Comercio
Son casi las 15:00 del sábado (22 de agosto) y la Plaza de la Identidad de Lumbisí se llena de curiosos, turistas y miembros de la comunidad. Tras la sesión solemne forman un semicírculo alrededor de la tarima, dejan libre el centro de la plaza para dar paso al desfile.
Unas 200 personas aparecen en escena con vestuarios tradicionales de distintas comunidades, representan la unión entre ellas y su vinculación con la comuna Lumbisí.
El 22 de agosto se celebraron las fiestas en honor al patrono de esa zona, San Bartolomé, y a los 480 años de vida comunitaria que mantienen.
Para Edison ‘Taita’ Eloy, los 480 años representan además resistencia y cultura, esto se ve reflejado en ceremonias como el desfile. Aquí él representa a los otavalos, junto con el grupo tradicional Otavalo-Mantas, que se ha radicado en Lumbisí.
Además del baile, en el que se juntan todas las culturas, los otavalos realizan limpias a pedido. Unas breves sesiones que se dan cita en medio de la plaza, mientras el resto del desfile danza a su alrededor.
Ernesto Quishpe, otavalo radicado en la comuna, explica que la imitación de la purificación se la realiza de forma precisa, basándose en las limpias de la zona de la Sierra; con esto se busca que la persona se libere de espíritus pesados.
La ‘limpia exprés’ se da en tres actos, que incluyen la limpieza y purificación de malas energías en donde se utilizan las ‘hierbas hediondas’: la ruda, la santamaría y la ortiga. Seguido de la limpieza de rodillas, que alivia las reumas con masajes en las piernas, columna vertebral y cadera. Por último, el conocido shungo-shungo que consiste en colocar a la persona de cabeza para evitar que le coja el mal viento o el espanto, tradición que estaba reservada a los niños.
Todas las energías negativas que libera la persona se envían a las montañas más cercanas. Eloy indica que, en este caso, el Ilaló recibe las energías de los lumbiseños.
Alrededor siguen las danzas tradicionales dirigidas por el ‘Capataz’ Hernán Molina, para quien la mezcla de disfraces y fiesta demuestra la colaboración de la comunidad. Explica que cada círculo dentro de la danza tiene a un grupo cultural que se ha vinculado con la comuna Lumbisí.
Entre ellos están los capariches, que representa a Calderón; los costeños a la región Costa; los otavalos, que además representan la fuerza de trabajo en comunidad; los diablohuma identificando a Píllaro y los payasos, que representan “la alegría y el gusto que se tiene por la fiesta”, dice Molina.
La celebración está comandada por la comisión de fiestas, que aspira a mantener las tradiciones en cada aspecto. Se comparte incluso el plato típico del lugar: el gallo mote. Este año
se pelaron aproximadamente 1 200 gallinas de campo para el evento, al que se invita gratuitamente a los integrantes del desfile, a turistas y a comuneros.
El platillo es elaborado con mote, garbanzo, fréjol, arveja, gallina y se sirve con chicha de jora, siempre en los últimos días de la festividad.
Para Luis Cusi, presidente de la comuna Lumbisí en tres ocasiones, la fiesta refleja también el proceso de desarrollo que ha tenido Lumbisí. Desde la organización, pasando por la construcción de calles, hasta una nueva iglesia, la evolución de las tierras ha marcado el trabajo y respeto que tiene la gente por la comuna.
Cusi indica que incluso la fiesta pretende simbolizar la decisión de defender las tierras por parte de los lumbiseños. En 1990, dice Cusi, el pueblo se unió para protestar contra una cooperativa que buscaba apropiarse del terreno.
“Nosotros ocupamos todo porque sembramos”, añade el miembro de la comuna, quien con orgullo cuenta que se evitó la ocupación. En estas tierras se cultivan papas, maíz, morocho, sambo, habas, taxo, entre otros alimentos, sin el uso de productos químicos.