Luis Guzmán, el no vidente que le canta a la parroquia Píntag

Luis Guzmán le canta a los turistas que llegan a Píntag, antes de dirigirse al Antisana. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Luis Guzmán le canta a los turistas que llegan a Píntag, antes de dirigirse al Antisana. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Luis Guzmán le canta a los turistas que llegan a Píntag, antes de dirigirse al Antisana. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Los sanjuanitos que nacen de la inspiración de Luis Guzmán, con el tiempo se constituyeron en la melodía para recibir a los turistas que visitan Píntag, parroquia ubicada al suroriente de Quito que destaca en el Distrito por una oferta de paisajes naturales, en medio de dos volcanes como el Antisana y el Sincholagua.

“Vengan turistas, vengan. Vengan a conocer lo que tenemos en Píntag que es cultura tradicional”, dice la canción de Guzmán, quien perdió la vista hace 32 años. “Supe que tenía la habilidad de componer canciones y de tocar la guitarra luego de que me convertí en una persona no vidente, a la edad de 21 años”.

A Guzmán se lo encuentra en la plaza central de la parroquia. Cuando un visitante llega allí, él los dirige hacia los destinos turísticos de la zona, como el primer horno de cal de Tolontag, que sirvió para pintar las casas en Quito en tiempos de la Colonia.

También están las rutas para llegar hacia las lagunas de Muertepungo, La Mica y Secas. A estos se suma Yanasacha, una zona de páramo donde habitan cóndores, curiquingues, avefría andina, y las bandurrias (esta última, considerada en peligro crítico de extinción).

Guzmán no es nativo de Píntag ya que es hijo de la parroquia El Corazón, perteneciente al cantón cotopaxense de Pangua, ubicado a más de 100 km al sur del lugar en el cual reside desde hace 28 años. “No nací en Píntag pero le debo mucho, porque me ayudó a despertar las habilidades que no sabía que tenía”, dice.

A más de la música, Guzmán fue parte de varios proyectos en Píntag, como siembra de árboles, conserje de la Unidad Educativa San Jerónimo y presidente de la organización local de microempresarios. “Me gusta ir a las sesiones de la Junta Parroquial, porque siempre piden mi punto de vista”, añade entre risas.

En su tiempo libre se dedica a la agricultura con el cultivo de hojas de atchera para la elaboración de quimbolitos, además de apio. También construye muebles de madera. “Sé que perdí dos ojos, pero a su vez gané otros 10, porque los dedos de mis manos me transmiten el gusto y las formas. Así demuestro mis ganas de vivir y de servir a la sociedad”.

En un tono muy convencido, comenta que la creatividad surge de su cerebro, pero que cada proyecto lo fortalece con los latidos de su corazón. Por esta razón en los últimos años se ganó un apelativo que para él, es un honor.

“Cuando me dicen ciego falseta, lo tomo con humor, porque sé que estoy trabajando en algo que otros no se arriesgan. Cuántas personas que sí pueden ver, desperdician su tiempo acostados y durmiendo. Yo demuestro con trabajo que sí puedo”.

Además de las canciones que compuso para Píntag, en el repertorio de Guzmán existen temas dedicados a la madre, a los hijos, y a la conciencia sobre el uso de los recursos naturales, de hecho, en una de sus melodías se refiere al cuidado de los pajonales y de las reservas de agua que se ubican en esta parroquia, como la laguna de La Mica que abastece de agua al sur de Quito.

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