Las llantas, la batería y otras piezas contaminan

Al relleno sanitario El Inga, ubicado en el nororiente, van a parar entre 70 y 100 neumáticos cada día. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Al relleno sanitario El Inga, ubicado en el nororiente, van a parar entre 70 y 100 neumáticos cada día. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Las llantas viejas y desgastadas van a parar al fondo de alguna quebrada. El aceite quemado e inservible termina en la alcantarilla. Las bujías, los pistones y el tubo de escape se confunden en la basura común. La contaminación que genera un auto va más allá del la cortina de humo que se desprende en cada acelerada. Sus restos también generan un impacto en el ambiente.

Hoy, 22 de septiembre, se celebra a nivel mundial el Día Sin Auto, una iniciativa que busca concienciar a la gente sobre el uso de vehícu­los motorizados para movilizarse. En Quito circulan, al día, 426 873 automotores y ­reemplazar sus piezas también contamina.

El reemplazo de partes de cada uno de ellos depende del tipo del vehículo y de su recorrido. Sin embargo, un cambio general de llantas en un auto particular, por ejemplo, puede darse cada
60 000 km. En promedio, las baterías se reemplazan cada tres o cinco años, los filtros y el aceite, cada 5 000 km.

¿Dónde van a parar esos desechos? La mayor parte se confunde con residuos comunes, mientras un pequeño porcentaje va a manos de gestores ambientales, quienes los disponen de manera técnica o los venden como materia prima.

Cada día, al relleno sanitario de El Inga van a parar entre 70 y 100 llantas. Juan Pablo Flores, gerente de Operaciones de la Emgirs, empresa que maneja el relleno, asegura que los neumáticos no pueden ser tratados como basura común. Sin embargo, las personas los depositan en los contenedores.

En el relleno, para reducir el impacto ambiental, se los separa y se entregan a gestores con el fin de prolongar la vida útil del relleno. En Quito hay seis gestores ambientales calificados para recibir llantas.

Desde marzo hasta el momento, se han recuperado
3 000 neumáticos. Algunas llantas viejas se reencauchan, o se las utiliza artesanalmente para hacer vistosas macetas o sillones. Incluso son trituradas y sirven como materia prima para hacer vías. ¿Son las llantas realmente un contaminante?

Para Verónica Arias, secretaria de Ambiente del Distrito, la respuesta es sí. Explica que el caucho viene del petróleo, que es un combustible fósil y no es biodegradable. De hecho, una llanta tarda más de mil años en degradarse, por lo que es considerado un residuo especial y no se deben mezclar con los residuos comunes.

En la ciudad se identificaron 150 puntos rojos donde la gente suele arrojar llantas: en quebradas o terrenos baldíos. La multa por disponer neumáticos de manera incorrecta es de dos salarios mínimos.

El aceite es otro de los elementos que genera serios problemas al ambiente. Arias explica que la Secretaria hizo un análisis en los ríos que atraviesan la ciudad y en todos se ‘supera de largo’ el límite permitido por la norma.

En la capital hay unas 1 400 mecánicas y establecimientos que hacen mantenimiento a vehículos. De ellas, 136 están regularizadas y cuentan con plan de manejo ambiental, como trampas de grasa. Arias asegura que el año pasado se hizo una fuerte campaña sobre el manejo del aceite y su entrega a gestores ambientales.

Actualmente se trabaja con cuadrillas, puerta a puerta. Pero el reto es enorme. Un litro de aceite contamina un millón de litros de agua. Según Naranjo, es necesario que la autoridad inicie proyectos para concienciar a la gente sobre la problemática y que se desarrollen campañas dirigidas no solo a empresas, sino a particulares.

Según la Cámara de la Industria Automotriz Ecuatoriana, entre enero y agosto de este año se vendieron 62 682 autos en el país. Y hasta julio se importaron 228 247 neumáticos.

Gpower Group es una de las empresas autorizadas para dar tratamiento a estos elementos. Frances Valladares, coordinadora de Proyectos, explica que además de los desechos mencionados reciben chatarra contaminada, como tubos de escape o partes del proceso de combustión, que contienen alquitrán (residuo del combustible quemado).

Valladares asegura que tiene clientes en Quito, pero que lamentablemente no existe conciencia ambiental y el desconocimiento por parte de las empresas es grande.

Asegura que se necesita la intervención y el control de la autoridad, en especial a las empresas pequeñas, como lubricadoras y mecánicas. Pocos saben que las llantas y las baterías de autos pueden ser entregadas a Emaseo como parte del programa Quito a Reciclar.

Para Álex Naranjo, de Acción Ecológica, el problema es la falta de una política integral en el tema de manejo de residuos. Estos desechos contienen materiales pesados, que si son depositados en tierra pueden filtrarse y contaminar corrientes subterráneas.

Naranjo coincide en que hace falta control y añade un elemento más: la responsabilidad compartida del fabricante. “Quienes fabrican baterías o llantas deben desarrollar un sistema de reciclaje y participar en la disposición final, sino quien termina haciéndose cargo de ese problema es la ciudad”, finalizó Naranjo.

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