Varios de los guardianes de la cultura afrochoteña participaron en la presentación de la obra en Salinas, Ibarra. Foto: Francisco Espinoza para El Comercio
Datos sobre la medicina ancestral, leyendas, música, danza, gastronomía… fueron recopilados en las 38 comunidades afrodescendientes del valle del Chota, que se extiende entre Imbabura y Carchi.
El investigador Iván Pabón Chalá, junto a un equipo de apoyo, buscaron a los adultos mayores, para recuperar varios de los saberes afros.
La información fue plasmada en el libro: ‘Etnohistoria Cultural y Saberes Ancestrales de las Comunidades Afroecuatorianas del valle del Chota, Salinas, La Concepción Guallupe’, que fue presentado el 6 de febrero último.
Este trabajo busca recuperar la identidad del pueblo afrodescendiente de la Sierra norte, comenta Raúl Maldonado, presidente de la Junta Parroquial de Santa Catalina de Salinas, cantón Ibarra.
Esta entidad recibió el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Ecuador, para impulsar el Proyecto de Revitalización Cultural, asegura Maldonado. La compilación y edición de estas historias escondidas duraron nueve meses.
En este lapso, explica Pabón, se desarrollaron cinco encuentros. A cada uno se le denominó palenque, como se conocía a los lugares de refugio de los esclavos cimarrones.
En los encuentros se congregó a los sabios en medicina ancestral, música y danza, coplas, leyendas y adivinanzas, religiosidad y expresiones culturales del cálido valle.
Pabón explica que se toparon con información riquísima. Los adultos mayores son guardianes de los saberes. Quizá uno de los relatos que más le marcó fue el de Aniceto Espinoza, de Santa Ana, de la parroquia La Concepción, en Carchi, que conoce el génesis de las comunas afrochoteñas.
Al desempeñarse como teniente político de La Concepción, Espinoza consiguió, en 1970, la creación de la escuela de la localidad de Santa Ana.
En plantel fue construido por los propios comuneros, mediante mingas. Las paredes eran de bahareque y el techo de paja de los páramos.
Otro de los logros del Proyecto de Revitalización Cultural fue reunir a los integrantes de los grupos antiguos y actuales de música y danza. Con ello se logró identificar las semejanzas y diferencias.
Una de las más diestras de la región en el baile de la música bomba es Eudocia Chalá, de la comunidad del Chota.
Tiene 86 años. Cuenta que aprendió a mover las caderas a los 12. “Siempre bailaba cuando tocaban las bandas”.
Como la mayoría de adultas mayores, aún sorprende bailando con un botella en la cabeza. Eso lo aprendió de su tía Victoria Espinoza.
Conserva el paso original de la bomba, este ritmo alegre que tocan los afros de la Sierra.
Con un tono de orgullo comenta que ha puesto a bailar a presidentes, ministros, legisladores, prefectos, alcaldes…
En el territorio ancestral Chota, Salinas, La Concepción Guallupe, al menos, 26 personas han aprendido prácticas de saberes curativos.
Estos herederos de la medicina ancestral conocen el manejo de plantas curativas de la zona. Algunas de ellas señalan que a sus mayores les permitieron enfrentar plagas y enfermedades, aún cuando no había centros de Salud.
Este esfuerzo para fortalecer la memoria colectiva de este pueblo está dirigido a niños y jóvenes, indica Maldonado.
La historia de las 38 comunidades también nutre a la Sala Etnográfica Nuestros Ancestros, en Salinas, que es visitada por propios y turistas.