La leyenda popular reforzará el aprendizaje en 3 provincias

En la escuela Valle del Amanecer. Alumnos leen el libro ‘Cuentos y juegos tradicionales de Otavalo’.

En la escuela Valle del Amanecer. Alumnos leen el libro ‘Cuentos y juegos tradicionales de Otavalo’.

La Chifica es una vieja que tiene una gran boca en la nuca, con colmillos amenazantes. Nua Tocagón la conoció en el Centro Educativo Valle del Amanecer. Estaba escondida entre las páginas del libro ‘Cuentos, leyendas y juegos tradicionales de Otavalo’. Desde que leyó el relato, la niña de 9 años no para de contar la historia. Es su preferida, dice. Moviendo las manos, abriendo sus ojos cafés y alargando las palabras describe a este ser fantástico. Cuenta cómo dos niños que escaparon de su casa se salvaron de ser devorados por esta bruja. Y cómo La Chifica les cautivó regalándoles liendres y piojos dulces, que se sacaba de la cabeza...Esta es una del centenar de leyendas que los ancianos de este rincón de Imbabura contaban a sus nietos, en las noches apacibles, frente al fogón. Pero, a diferencia de la mayoría de saberes de la tradición oral que han desaparecido, 20 leyendas y 10 juegos tradicionales se mantienen vivos. Están frescos para los alumnos de 104 escuelas de Otavalo, que adoptaron el texto de cuentos y leyendas locales, como su libro de lectura, desde el 2004. “Ese, precisamente, es el objetivo del proyecto Jugando con el Abuelo. Que los niños sean los depositarios de los conocimientos recopilados de la memoria de los ancianos”. Así comenta Flormarina Montalvo, directora del Ministerio de Cultura de la Zona Norte, que trabaja en esta iniciativa que se ampliará a Imbabura, Carchi y Esmeraldas. Para María del Carmen Cevallos, la directora de Valle del Amanecer, los relatos en torno a lugares y personajes cotidianos, como el ‘taita’ Imbabura o las lagunas, ayudan a que los niños comprendan mejor los textos. “Hay otros libros que usan palabras ajenas y lugares lejanos, que no contribuyen al entendimiento de los niños, en edad escolar”, abunda. Activistas de la cultura de las tres provincias y representantes del Ministerio de Educación se reunieron para coordinar el trabajo. La meta es elaborar un libro de lenguaje para 6 000 niños de las escuelas de las tres provincias. Líder Valencia, coordinador del Ministerio de Cultura en Esmeraldas, creció con los relatos sobre La Tunda y El Riviel. Recuerda que los niños esmeraldeños se arremolinaban en torno a los abuelos. Estos, sentados en una silla llamada ‘el mentidero’ y fumando una pipa de cerámica, denominada ‘cachimba’, contaban historias extraordinarias. A diferencia de los cuentos infantiles de la literatura mundial, los ecuatorianos no siempre tienen un final feliz, aunque dejan una enseñanza. Es por ello que Valencia resalta el sentido práctico de los cuentos de los abuelos. “Nuestras leyendas ayudan a conocer la cultura local, a valorar el sentido de pertenencia de nuestra comida, ropa y lenguaje. Ayudan a elevar el autoestima”.En el Carchi, entretanto, la mitología gira en torno al Guagua Negro, las brujas voladoras, los duendes..., que vuelan en la imaginación popular. Édgar Flores, coordinador de Cultura del Carchi, señala que se elaboran los cronogramas de trabajo. “La idea es que cada provincia presente las leyendas y tradiciones más representativas. Se entrevistará a los ancianos. Finalmente, un consejo editorial determinará los relatos que se concretarán en un libro”. Con voz suave, Nua concluye el relato de La Chifica con un consejo para los niños: no abandonar la casa sin el consentimiento de los padres. Esa es la moraleja.

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