La interpretación en lengua de señas de los programas informativos favorece la inclusión. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
La jornada de Alejandra Hidalgo empieza muy temprano cada mañana. Desde hace unos cinco meses ella llegó a formar parte del equipo de noticias de Ecuavisa, en Quito. A las 05:00 llega al estudio donde su rutina se inicia con una sesión de maquillaje. Sabe que en televisión la confianza y la credibilidad del público empiezan a construirse con una sobria presencia. Por eso prefiere los colores oscuros como el negro, el vino, el lila o el verde oscuro.
Cuando se acerca la hora de la primera emisión informativa, se acomoda frente a la cámara, comprueba que tenga retorno en el audífono y en un pequeño monitor instalado debajo de la cámara y espera la señal. A las 06:00 empieza ‘Televistazo al amanecer’ y Alejandra Hidalgo comienza a transmitir la información con sus manos y gestos.
Como intérprete (lo aprendió en una Iglesia bautista), su trabajo consiste en replicar en lengua de señas las noticias de dos de los espacios informativos del canal nacional. Desde que la Ley Orgánica de Comunicación entró en vigencia (25 de junio del 2013), la interpretación en lengua de señas se ha vuelto un servicio cada vez más frecuente, sobre todo en los espacios informativos de los canales nacionales.
En Ecuador TV, la interpretación en lengua de señas se inició hace siete años, según refiere el jefe de Producción, Rodrigo Balladares. Ahora el canal público cuenta con dos personas que hacen un relevo en las transmisiones diarias.
Uno de ellos es Pablo Narváez. Aprendió la lengua de señas a los 6 años en una iglesia evangélica. Aunque ningún miembro de su entorno familiar tiene deficiencias auditivas, desarrolló esta habilidad para poder comunicarse con personas sordas vinculadas a su comunidad religiosa. Aunque se graduó en Electrónica de Consumo, ejercía la interpretación como una actividad paralela asistiendo a personas sordas en citas médicas, reuniones familiares, compromisos sociales o citas de trabajo.
La Federación Nacional de Sordos del Ecuador actualiza sus registros para cuantificar el número de usuarios de lengua de señas y de intérpretes a escala nacional. También desarrolla un proceso de evaluación que certifique el nivel de eficiencia del intérprete. Yajaira Escudero, miembro de la institución, explica que tras un examen de competencias se determinan tres niveles. Según Escudero, solo quienes alcanzan el tercer nivel estarían aptos para trabajar en los medios de comunicación y en el momento al menos siete canales nacionales de televisión cuentan con este sistema.
Antes de trabajar en Ecuadortv, Narváez ya se había quitado los nervios frente a la cámara cuando trabajó como intérprete en el Consejo Nacional Electoral. Uno de los retos que le impuso la TV fue adaptar sus movimientos al limitado espacio que le ofrece el encuadre que aparece como un pequeño recuadro en la pantalla.
Para Narváez, el Diccionario de Lengua de Señas Ecuatoriano (2012) es una herramienta que facilita no solo su labor sino la comunicación entre los miembros de la comunidad sorda. Esto porque la lengua de señas no es parte de un sistema formal de educación.
En televisión no hay mucho tiempo para deletrear un nombre por eso hay personajes públicos que tienen su propia seña que los identifica y que ha sido generalizada entre los miembros de la comunidad. Personas como el presidente Rafael Correa -en referencia a su rostro- o el alcalde Mauricio Rodas -en relación a su cabellera- tienen una seña que se construyó con base en rasgos distintivos de su físico o de su personalidad.
Para Andrea Valencia la interpretación en televisión no solo requiere de un extenso conocimiento de vocabulario sino también de un amplio bagaje cultural. Por eso, el monitoreo de información es parte de su rutina diaria. Ella también aprendió la lengua de señas en una comunidad religiosa. Ahora es abogada y domina el lenguaje técnico en esta área pero admite que a veces tiene problemas para interpretar términos tecnológicos.
Cuando finaliza la transmisión, la propia comunidad sorda evalúa el desempeño de los intérpretes. Las sugerencias que reciben por distintas vías han sido adoptadas por estos profesionales; por ejemplo, evitar el uso de distractores, como accesorios brillantes.