La leishmaniasis se aproxima a zonas urbanas de Manabí

Las autoridades de Vigilancia de Salud Pública investigan nuevos casos detectados en Manabí, durante este año. Foto: Cortesía: El Diario de Manabí

Las autoridades de Vigilancia de Salud Pública investigan nuevos casos detectados en Manabí, durante este año. Foto: Cortesía: El Diario de Manabí

Las autoridades de Vigilancia de Salud Pública investigan nuevos casos detectados en Manabí, durante este año. Foto: Cortesía: El Diario de Manabí

Las zonas rurales eran su principal blanco. Pero en los últimos tres meses se ha acercado a sectores periurbanos de Manabí. Es la leishmaniasis cutánea, una enfermedad endémica en el país y que se caracteriza por la aparición de úlceras indoloras en la piel. Cada año se reportan unos 1 500 casos en promedio, especialmente en áreas campestres.

Pero desde julio hay un incremento en barrios cercanos a los centros urbanos manabitas. En Portoviejo se han detectado 42 casos, otros 53 en Montecristi y 15 más en Jipijapa. Hay más aún bajo estudio.

Melva Morales, directora de Vigilancia de la Salud Pública en la zona 4 (Manabí y Santo Domingo), afirma que cada año hay reportes; en el 2016, por ejemplo, hubo más de 200 diagnósticos. “Pero investigamos las razones por las que el vector, normalmente rural, esté ahora casi urbanizándose”.

La enfermedad es transmitida por la hembra del mosquito lutzomyia, que no pasa de los 4 milímetros y que en Manabí es conocido como ‘manta blanca’ por su coloración. El insecto es el portador del parásito de género leishmania, que suele hospedarse en animales de espacios silvestres.

“De un análisis se ha determinado que la mayoría de casos se da en familias que viven muy cerca de las colinas de Portoviejo y de áreas boscosas de Montecristi y Jipijapa”.

La aparición de un nódulo indoloro en la zona de la picadura es la primera señal. Luego de semanas, incluso meses, según el estado inmunológico de cada persona, evolucionará hasta convertirse en una úlcera rodeada por costras.

El infectólogo César Narváez explica que de no recibir atención médica oportuna, la lesión puede expandirse rápidamente sobre la piel. “Esa úlcera puede cicatrizar, aunque dejará secuelas”.

Gran parte de los casos de Portoviejo se concentra en barrios como Andrés de Vera y El Florón. Rubén Bazurto vive en este último y pensó que la pequeña roncha que apareció en su nariz se borraría fácilmente. A causa de la leishmaniasis, la llaga se extendió.

En los centros de salud se suministra antimoniato de meglumina, un fármaco que se inyecta según el peso del paciente, durante 20 días. Antes del tratamiento, los afectados pasan por un diagnóstico clínico y pruebas de laboratorio, con muestras tomadas de los bordes de la lesión para su observación bajo el microscopio.

El primer caso de leishmaniasis en Ecuador se reportó en 1920. Fue una mujer con úlceras en antebrazo y tórax, atendida en Guayaquil.

Pero su aparición data de mucho antes. Según el Ministerio de Salud, hay indicios desde la época precolombina, en piezas de cerámica que reflejan las lesiones típicas.

En lo que va del 2017, Salud reporta 874 casos de leishmaniasis. 860 son de tipo cutánea y 14 mucocutánea, variación que puede destruir las mucosas de la nariz, boca y garganta. En el mundo también existe la mortal leishmaniasis visceral, de la que según las autoridades no hay registros en el país.

En el 2013, un informe del proyecto para prevenir enfermedades metaxénicas, identificó que al menos 3,5 millones de ecuatorianos se exponen a la leishmaniasis cutánea. Vive en zonas rurales de 23 provincias con valles interandinos y áreas subtropicales.

Para la infectóloga Morales, el clima irregular se relaciona con el incremento de casos en Manabí. La lluvia se extendió hasta mayo y el ambiente semihúmedo se prolongó hasta junio y julio, algo poco usual.

Casi el 80% de los casos -anota- tiene un tiempo de evolución de dos y tres meses. Ese lapso coincide con el término de estación invernal y el mantenimiento de la humedad que favorece a la lutzomyia.

La investigadora Mercy Borbor, de la Espol, cree que eso es posible. Estudios en los que ha participado demuestran el impacto del cambio climático en el comportamiento de ciertos vectores, favoreciendo o perjudicando su ciclo de vida.

A esto suma el peso que tiene la modificación en los territorios por la urbanización. El reemplazo de los bosques por la construcción de obras puede incrementar el riesgo de contraer la enfermedad.

El infectólogo Narváez dice que es necesario saber el comportamiento de la lutzomyia, con hábitos de picadura entre las 17:30 y 20:00.Sugiereel uso de ropa que cubra gran parte de la piel, repelente y mosquiteros. En Manabí se aplica el rociado con químicos en las casas de los afectados; y fumigación ambiental, 20 metros a la redonda de las viviendas.

En contexto
Desde mediados de septiembre, el Ministerio de Salud investiga los efectos del mosco conocido como manta blanca. En Manabí se reportaron casos. Las autoridades descartaron que se trate de una epidemia, es una enfermedad endémica en el país.

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