Un niño lee un libro de Harry Potter durante una reunión de fanáticos realizada en librería Rayuela. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El neurolingüista Jonathan Paredes se sorprende cuando revisa que en el calendario del desarrollo humano hace apenas 5 400 años aprendimos a leer y escribir. “Imagínate, tenemos registros de herramientas con más de dos millones de años de antigüedad”.
Pues sí, la lectura es uno de los últimos sistemas perfeccionados por el cerebro humano. La capacidad de entender las palabras de los otros —sin entonaciones ni gestos que las acompañen— resultó un desafío para los humanos.
Es por ello que Paredes afirma que la lectura es la ejemplificación del ‘efecto Mateo’. “Mientras más lees, en mayor medida se desarrolla tu cerebro”. Algo que demostraron los investigadores de la Universidad Carnegie Mellon en un trabajo en torno a la literatura de J.K. Rowling. Ellos midieron cómo el cerebro se comporta mientras se repasa uno de los capítulos de ‘Harry Potter y la piedra filosofal’. Como resultado, obtuvieron que en ese preciso momento, el cerebro crea conexiones múltiples para entender la narración; un proceso en el que intervienen zonas asociadas con la comprensión espacial, semántica, oral, entre otras.
Precisamente, una tercera parte del cerebro se especializa en procesar todo lo que se mira. La mayoría de esta actividad se localiza en el hemisferio izquierdo, en el cual intervienen regiones como el lóbulo temporal izquierdo, el córtex o el lóbulo frontal izquierdo.
Esta área se la conoce, de acuerdo con el neurólogo Alberto Salazar, como la “caja de palabras” y funciona como un traductor de palabras y símbolos. Antes de aprender a leer, en esta zona se depositan recuerdos de los objetos que reconoce el infante. Cuando se aprende a leer, estos se asocian con las palabras. Así, cuando se lee la palabra naranja, en el cerebro se recuerda tanto el sabor, el olor y la forma de esta fruta.
No importa el idioma o si la persona lee en braille, en el cerebro se activan las mismas zonas para todos. ¿Entonces qué tipo de lecturas son las más recomendadas para incrementar la actividad cerebral? De acuerdo con un estudio del neurocientífico Gregory Berns, de la Emory University, las novelas son las más efectivas en este proceso.
En su investigación, Berns demostró que las novelas activan una memoria cerebral prolongada. Al igual que los músculos de los deportistas —que ‘recuerdan’ cuál es la intensidad que se necesita para funcionar correctamente—, el cerebro mantiene los mismos niveles de actividad al día siguiente de la lectura. La trama, los personajes y los lugares de una novela hacen que este órgano se mantenga constantemente activo con el fin de continuar sin problemas a lo largo de las páginas del libro.
5 400 años después de iniciada la aventura de la lectura, Paredes afirma que el cerebro ha encontrado un nuevo reto: leer libros electrónicos. Él afirma que faltan estudios para confirmar los efectos de las pantallas en la comprensión lectora y la reacción neuronal.