Imagen referencial. El equipo de investigación se centró las lágrimas porque contienen varias proteínas producidas por las células secretoras de la glándula lagrimal, que es estimulada por los nervios para secretar estas proteínas en lágrimas. Foto: Pixabay
Las lágrimas pueden contener pistas sobre si alguien tiene la enfermedad de párkinson, según un estudio preliminar publicado el jueves 22 de febrero del 2018 y que será presentado en la 70ª Reunión Anual de la Academia Estadounidense de Neurología, que se celebrará en Los Ángeles, California, Estados Unidos, del 21 al 27 de abril de 2018.
“Creemos que nuestra investigación es la primera en demostrar que las lágrimas pueden ser un marcador biológico fiable, económico y no invasivo de la enfermedad de párkinson“, afirma el autor del estudio Mark Lew, de la Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, Estados Unidos, y miembro de la Academia Americana de Neurología.
Lew explica que el equipo de investigación se centró las lágrimas porque contienen varias proteínas producidas por las células secretoras de la glándula lagrimal, que es estimulada por los nervios para secretar estas proteínas en lágrimas.
Debido a que el párkinson afectar a la función nerviosa fuera del cerebro, el equipo formuló la hipótesis de que cualquier cambio en la función nerviosa se puede ver en los niveles de proteínas en las lágrimas.
Diferencias en niveles de proteínas
Para el estudio, se compararon muestras de lágrimas de 55 personas con párkinson con muestras de lágrimas de 27 personas que no tenían párkinson pero que tenían la misma edad y sexo.
Se analizaron en las lágrimas los niveles de cuatro proteínas y se detectaron diferencias en los niveles de una proteína particular, la alfa-sinucleína, en las lágrimas de las personas con Parkinson en comparación con los controles.
Además, los niveles de otra forma de alfa-sinucleína, alfa-sinucleína oligomérica, que es alfa-sinucleína que ha formado agregados que están implicados en el daño nervioso en párkinson, también fueron significativamente diferentes en comparación con los párkinson.
También es posible que las células secretoras de la glándula lagrimal produzcan estas diferentes formas de alfa-sinucleína, que pueden secretarse directamente en las lágrimas.
Los niveles totales de alfa-sinucleína disminuyeron en personas con párkinson, con un promedio de 423 picogramos de esa proteína por miligramo (pg/mg) en comparación con 704 pg/mg en personas sin párkinson.
Pero los niveles de alfa-sinucleína oligomérica aumentaron en personas con párkinson, con un promedio de 1,45 nanogramos por miligramo de proteína lagrimal (ng/mg) en comparación con 0,27 ng/mg en personas sin la enfermedad. Un picogramo es 1000 veces más pequeño que un nanogramo.
“Saber que algo tan simple como las lágrimas podría ayudar a los neurólogos a diferenciar entre personas que padecen la enfermedad de párkinson y quienes no lo hacen de manera no invasiva es emocionante –subraya Lew–.
Y debido a que el proceso de la enfermedad puede comenzar años o décadas antes de que aparezcan los síntomas, un marcador biológico como este podría ser útil para diagnosticar o incluso tratar la enfermedad antes”.
Los investigadores de este trabajo consideran que ahora se necesita hacer más investigación en grupos más grandes de personas para comprobar si estos cambios de proteína pueden detectarse en lágrimas en las primeras etapas de la enfermedad, antes de que comiencen los síntomas.