La celebración, que fue parte del Kulla Raymi, se realizó en la laguna de Chuya Kucha. Foto: Cortesía Municipio de Suscal
Los indígenas de Cañar buscan permanentemente rescatar sus tradiciones ancestrales en las celebraciones del calendario andino. Como parte del Kulla Raymi o fiesta de la fertilidad, se revivió el Pachamanka en la comunidad de Kulla Uko, en el cantón Suscal.
En kichwa pacha significa tierra y manka olla. La fiesta consistió en cocinar los alimentos dentro de la tierra. Fue una de las primeras técnicas de cocción que utilizaron los cañaris, dijo Ranty Chuma, quien organizó la celebración que se realizó el pasado viernes 22 de septiembre de 2017.
La laguna de Chuya Kucha (Laguna Limpia), ubicada a 10 minutos del centro cantonal de Suscal, fue escogida por los nativos y el Municipio de Suscal para realizar este encuentro cultural y ceremonial.
En la víspera, los organizadores hicieron dos hoyos de un metro de profundidad por uno de diámetro, que se usaron como hornos. Otros consiguieron piedras de estructura ásperas y con agujeros. Tienen la particularidad de no explotar con el calor.
Las mujeres, en cambio, seleccionaron los productos que iban a cocinar. Las presas de pollo y chuletas fueron condimentadas con sal en grano y hierbas y fueron envueltas en hojas de achira. También, emplearon los plátanos maduros, las arvejas, el sambo, la piña, las papas y los choclos.
La celebración del viernes empezó a las 07:00, con una gran fogata. Tres horas después, el alcalde de Suscal, Ángel Guamán, y los dirigentes de la comunidad regaron chicha, aguardiente y cerveza en los hoyos.
Ranty Chuma, Jorge Castro y Víctor Cela colocaron rocas incandescentes en los hoyos, haciendo una base al fondo y el resto en las paredes. En ese espacio colocaron los alimentos ordenados por capas. Al fondo las carnes, que necesitan más cocción, seguidas de los granos, sambo, plátano y demás.
Al final, sellaron los hoyos con hojas de col, tamo de maíz tierno, un pedazo de tela mojada y una capa de tierra. No debe quedar ningún espacio para que no escape el vapor. La idea es que la cocción de los alimentos sea uniforme durante 90 minutos, explicó la indígena Verónica Lema.
Mientras se cocinaban los alimentos, los más de 200 asistentes participaron en un ritual ceremonial junto a la laguna. En el piso se formó la chakana andina con frutas, flores, panes, granos e instrumentos musicales. Iván Navarro bendijo la tierra y a las mujeres, por su fertilidad.
A las 14:00 se abrieron los hoyos. El primer plato se esparció a la laguna, como agradecimiento a la naturaleza por los alimentos ofrecidos. Y de allí el resto se compartió con los presentes. Con el sambo cocinado hicieron una especie de colada con leche y panela y la piña se sirvió como postre.