La fiesta de la siembra o Kuya Raymi se celebró en Salasaka

Las mujeres de la comunidad fueron las encargadas de transportar las semillas  en las shigras de cabuya.

Las mujeres de la comunidad fueron las encargadas de transportar las semillas en las shigras de cabuya.

Las mujeres de la comunidad fueron las encargadas de transportar las semillas en las shigras de cabuya. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Los sonidos agudos de la bocina y del churo o caracol retumbaron en la plaza artesanal de Llika Kama, en el centro de la parroquia Salasaka.

Estos instrumentos musicales, interpretados por Marcelino y Manuel Masaquiza, anunciaron que la celebración del Kuya Raymi o Fiesta de la Fertilidad comenzó en este pueblo del cantón Pelileo, en Tungurahua.

Por un momento, todo quedó en silencio pero luego el ambiente se llenó de las melodías interpretadas con el bombo, la flauta y el redoblante de los tres integrantes del Grupo Salasaka, mientras cuatro indígenas transportan en andas a Samia Masaquiza, la Ashpa Ñusta o Reina de la Fertilidad.

La joven, de 20 años, llevó en sus manos una shigra elaborada con hilos de cabuya llena de granos de maíz para la siembra. También, se puso una corona elaborada con flores que adornaba su larga cabellera. Los cuatro hombres fornidos dieron tres vueltas hasta el centro de la plaza, donde Rufino Masaquiza, un conocedor de la cultura andina, dibujó la chacana con granos de maíz, habas, cebada y fréjol. También, con pétalos de flores, frutas y pan, como una forma de agradecimiento a la Pacha Mama (Madre Tierra).

Ellos encabezaron este ritual, que las comunidades indígenas festejan cada 21 de septiembre. La ceremonia es importante para las comunidades de la región interandina, como agradecimiento a la Ashpa Mama, considerada la dadora de la vida y de los alimentos. “Una vez al año debemos agradecerle a nuestra ­

Madre Tierra, al aire, al fuego y al agua, que son los dadores de la vida”, comentó Masaquiza, mientras elevaba sus manos con dirección al cielo. Aseguró que esta fecha es en honor a la fertilidad y fecundidad de la Ashpa Mama, que también está relacionada con la fertilidad de la mujer. En la época incaica, los habitantes de los pueblos andinos sembraban en esta fecha porque la consideraban como el nuevo año andino en su ciclo agrícola.

En el rito, Masaquiza bendijo los granos y alimentos, y se encaminaron en un desfile colorido y con música autóctona las mamas y los taitas acompañaron a la Reina de la Fertilidad. Antonio Anancolla, con la yunta, abrió los surcos en un terreno de su propiedad.

Luego, Samia Masaquiza inició la siembra del trigo, el maíz y el fréjol, en minga, donde ayudaron las mujeres e esta comunidad localizada a 13 km al oriente de Ambato. Luego de la jornada, las mujeres de la comunidad prepa­raron la tradicional pambamesa con los alimentos que llevaron los vecinos.

Martha Chango llevó choclos cocinados, papas y habas, mientras otros comuneros llenaron esta mesa improvisada con maíz tostado, queso, chochos y quinua. “Todos aportan con un poco de lo que trajeron, para compartir”.

Suplementos digitales