El karma es causalidad y libertad
Gustavo Ramírez Amat, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, en una zona del campus universitario en el norte de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Gustavo Ramírez, psiquiatra, sitúa al karma lejos de conceptos como destino y ajuste de cuentas. Lo reconoce como un precepto orientado a no hacer daño y a contribuir a hacer todo el bien posible a los otros.
¿Qué es y qué no es el karma según el budismo?
Existen diferencias entre el marco del pensamiento budista con el común entender en Occidente sobre este tema. No es un concepto desarrollado por el pensamiento occidental, la filosofía o las tradiciones occidentales. La palabra karma viene de la raíz sánscrita ‘Kr’, que no tiene una traducción exacta pero se puede traducir como acción, acto, trabajo. De hecho, esta misma raíz se encuentra en otros idiomas del tronco indoario, del que deriva el español, y se encuentra en la palabra española ‘crear’, y por ahí va la idea.
¿El concepto se ha malinterpretado en Occidente?
Se ha occidentalizado. Se ha distorsionado su significado en relación con las tradiciones en las que nació en la India. E incluso existen diferencias entre cómo asume este principio el hinduismo, el jainismo o el budismo. Desde el ángulo budista, karma no es entendido ni es explicado como sinónimo de destino, fatalidad o peor todavía como ajuste de cuentas, es en Occidente donde se le ha dado un poco ese enfoque.
¿Cómo se entiende desde la tradición budista?
Es un principio de causalidad. De acuerdo con el punto de vista budista, la realidad, todo lo que existe en el universo y los universos, son el resultante de un principio de causalidad, de causa y efecto. Absolutamente todos los fenómenos, aquellos que se expresan en los seres animados e incluso los inanimados, son el resultado de esta cadena de causalidades, una cadena causa-resultado. Hasta aquí suele haber bastante concordancia entre las diversas tradiciones que manejan en Oriente el concepto de karma. Pero el budismo insiste en que la producción de los fenómenos no está sujeta única y exclusivamente a una cadena de causa-efecto, sino que además en la producción de los fenómenos interviene otro factor modulador y transversal, un vector o conjunto de vectores condicionantes.
¿De qué forma se puede ejemplificar ese concepto?
El ejemplo clásico es el del árbol, su causa directa es la semilla, pero el árbol no es solamente el producto de esta cadena de causalidades: árbol-semilla-árbol-semilla-árbol-semilla yendo en sentido retrogrado, sino que se necesita también de la circunstancia o las condiciones. La realidad resulta entonces en un gran entramado, un tejido infinito de causas y resultados y de la interacción con estas condiciones, absolutamente trenzados. Y de allí se deriva otro de los grandes principios del pensamiento budista, el principio de la interdependencia o de la interacción.
¿Se puede relacionar esa interdependencia con lo que los cristianos entendemos como libre albedrío?
Justamente, este entrecruzamiento entre causas y condiciones está relacionado con la ética budista. Y esta ética pone énfasis en la capacidad de cambiar las condiciones. En el caso de los seres humanos, el modificar las condiciones se denomina libertad o capacidad de actuar. Esta ética particular se reduce fundamentalmente a no hacer daño y a contribuir a hacer todo el bien que se pueda a los otros, porque todo resulta de un entramado de interdependencia.
¿El karma debe asumirse como un concepto moral?
De allí se genera una ética. Una ética centrada en la causalidad, en la libertad de acción entendida como pensamiento, palabra y actos físicos.
¿Las palabras y pensamientos también ponen el karma en movimiento?
Sí. La tradición budista plantea que los seres humanos nos movemos en una triple dimensión de cuerpo, palabra y mente. No están fuera de este principio de causas y condiciones, nada lo está, ni las piedras. Los animales con voluntad por ejemplo son capaces de ir generando karmas particulares, van generando fenómenos y modificando fenómenos.
¿Para el hinduismo el karma es más una ley de acción y reacción, para los budistas es incluso una fuerza de la naturaleza?
Es uno de los aspectos que componen la realidad. Por eso es que en el budismo se niega que la realidad sea exactamente como aparece, como la percibimos, las cosas que aprehendemos con nuestros sentidos son reales, pero solo desde el punto de vista relativo de nuestra percepción.
Vemos el karma en el hombre que va a patear un perro, falla y se rompe un brazo. ¿Hay karma en eso?
El principio budista del karma es que en todo en lo que se hace o se deja de hacer, en lo que se dice o se deja de decir, en lo que se piensa o se deja de pensar, existe el karma. Es un principio de acción-reacción que lo rige todo, incluso lo inanimado. Pero no tiene este sentido de ajuste de cuentas. No se entiende que hay un dios que está llevando las cuentas, el planteamiento budista no parte de la idea de un dios, aunque tampoco lo niega.
Karl Marx decía en la teoría de la alienación que la clase obrera era causante de su propio mal. ¿De qué manera la filosofía occidental ha interpelado el concepto del karma?
En términos generales, la filosofía occidental es ajena al desarrollo de conceptos budistas. Hay ciertas visiones de filósofos del siglo XIX como (Arthur) Schopenhauer, por ejemplo, en todo caso creo que no de forma ortodoxa. Al revés de lo que podría pensarse en Occidente, el budismo no es pasivo respecto de la realidad social, por ejemplo. Al contrario. En todo momento la ética budista te está diciendo que con tus actos y omisiones eres responsable también de lo que les pasa a los otros, pues estás condicionando la realidad.
¿También desde la filosofía existió una occidentalización de esos conceptos?
Más bien parece una vulgarización, sobre todo en corrientes más superficiales, dentro de lo que suele llamarse New Age (Nueva Era); es ahí donde más distorsión ha existido.
¿Cómo se relacionan karma y reencarnación?
En el hinduismo se habla de reencarnación y en el budismo de renacimiento, aunque es cierto que el concepto antiguo de la reencarnación está inserto de forma cultural en tradiciones orientales. Pero la diferencia es que en el planteamiento budista no se encuentra algo parecido a un alma o un espíritu único y eterno, porque en el budismo nada es independiente de nada.
¿Cómo se asume entonces ese renacimiento?
En el entramado infinito de causas y condiciones que es la realidad, somos un pequeño segmento de espacio y tiempo, pero nuestras acciones no se pierden con nosotros: constituyen causas mucho más allá de la realidad. El renacimiento se entiende en esa continuidad, en ese principio de interdependencia del que le hablo.
¿Pero se puede aspirar en verdad a ‘cobrar’ lo bueno? ¿Cómo escapar de los condicionamientos del karma?
El karma es la forma de la realidad. En el planteamiento budista habría niveles en esta realidad y se plantea como finalidad misma de la práctica budista el logro de un nivel llamado la iluminación. Y cuando un ser alcanza la iluminación pasa a ser uno con la esencia de la realidad ‘tal cual es’, un nivel de unificación al que denominamos buda.
¿El karma es tan ineludible como la realidad?
El planteamiento budista -que puede asustar un poco a los occidentales- es que cuando alguien muere, esa realidad que se llamó Gustavo, por ejemplo, ya no es más él, aunque sus actos condicionarán nuevas formas. Solo un apunte más sobre la reencarnación. La tradición budista tibetana admite la posibilidad de que ciertas personas que tienen un alto nivel de realización, logro espiritual o de evolución, tienen la capacidad de dirigir el karma propio. Y allí y solo allí se le llama reencarnación, esas personas son reencarnadas.
En la cultura popular, ¿un iluminado sería un Neo de ‘Matrix’, la trilogía de películas de ciencia ficción?
Es una historia de ficción, pero es cierto que ‘Matrix’ expresa de forma bastante cercana estos conceptos, la película se basa en los principios fundamentales budistas y puede ayudar a entender el budismo.
Gustavo Ramírez
Médico especializado en Psiquiatría y decano de la Facultad de Medicina de la Católica de Guayaquil desde el 2011. Desde niño tuvo un acercamiento intelectual al pensamiento y a la espiritualidad orientales. Desde hace 14 años practica el budismo, un “estilo de vida, filosofía y dimensión espiritual”. Coordinador de estudios del Centro Budista Tibetano de Guayaquil.
- El origen del nombre de San Lorenzo del Pailón
- Las tentadoras, y peligrosas, parajusticias
- El país producirá su suero antiofídico
- Los perros aún son un problema en las islas
- Huerta urbana, con plantas medicinales
- Morona Santiago: 20 familias cuidan Tambillo
- La diplomacia de la fuerza demuele el orden mundial
- Marvel lleva el estilo de las series de TV al cine, ¡y triunfa!