Oriente y Occidente. El Ghobashy, seleccionada egipcia de vóley de playa, ha estado en el centro del debate por el uso del hiyab durante los encuentros. Foto: AFP
Una sociedad que se abre a la diversidad sexo-genérica, a los diferentes comportamientos alimenticios (con activistas veganos y atletas frutarianos), al impacto de la hiperconectividad, a otras formas de comprender el mundo, la vida y la muerte, como lo demuestra la decisión de la atleta paraolímpica belga, Marieke Vervoort, quien pedirá la eutanasia tras su competición. Tal pareciera ese mundo que se refleja en las Olimpiadas de Río, donde -no se puede negarlo- la protesta social y las inequidades también dejan huella.
Quizá, más allá de la TV y la repercusión, se impone el ideal olímpico de una humanidad fraterna. ¿De qué otra forma podría explicarse la participación del equipo de refugiados o la ‘selfie’ de las gimnastas de las dos Coreas en guerra? La imagen, con el componente de las redes sociales, consiguió viralizarse y dar esperanza no solo a los aficionados del deporte.
Otro caso se graficó sobre la arena de Copacabana, donde dos visiones del mundo se mostraron en los encuentros entre la selección femenina de volley de playa de Egipto y las de los países occidentales: hiyab por un lado de la red, bikini por el otro.
En Río 2016 se da la primera participación del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Está conformado por una decena de deportistas. Foto: AFP
Mas, esta imagen tuvo otras lecturas, pues también se enfocó desde una mirada de género. Por una parte, la imposición de que las mujeres se cubran y, por la otra, la exhibición de la figura femenina en una sociedad sexualizada. Y la cobertura mediática también se llevó su parte en el debate sobre el sexismo, pues los equívocos de la prensa desataron críticas cuando los artículos no felicitaron a Katinka Hosszú, quien rompió récord y se llevó la medalla dorada en natación, sino que dieron crédito a su esposo-entrenador. Además, los calificativos en los reportes son otro espejo: para ellos, rápido, fuerte, fantástico, grande; para ellas: embarazada, soltera, mayor. Ellos ‘dominan’ y ‘ganan’, ellas ‘participan’, ‘luchan’.
Unión homosexual. Marjorie Enya e Isadora Cerullo, seleccionada de rugby de Brasil, protagonizaron la primera proposición pública de matrimonio en los JJ.OO. Foto: AFP
Pese a ello, la diversidad sexo-genérica se ha mostrado en esta plataforma. La propuesta de matrimonio entre la seleccionada brasileña de rugby y una voluntaria de las Olimpiadas se llevó flashes; al igual que la abanderada del país anfitrión, la transexual que desfiló en el Maracaná.
El caso de las coreanas no ha sido el único en relación con las nuevas tecnologías. Julius Yego, el lanzador de jabalina keniata, aprendió su disciplina mediante videos de Youtube y la práctica diaria… Un entrenamiento para estos tiempos, tan virtuales como reales.
Abanderada Trans. La inclusión sexo-genérica se mostró con Lea T, la transexual que participó de la ceremonia de apertura,el 5 de agosto, y dio voz a la diversidad. Foto: AFP
Incidencia de Youtube. El lanzador de jabalina de Kenia y campeón mundial de esta disciplina, Julius Yego, aprendió el deporte mediante la plataforma de videos. Foto: AFP
Un ‘selfie’ por la paz. La imagen de Hong Un-jong, de Corea del Norte, y Lee Eun-ju, de Corea del Sur, durante un descanso, dio ejemplo de espíritu deportivo. Foto: AFP
Cobertura sexista. Ciertos medios dieron el crédito de la medalla de oro y el nuevo récord de la nadadora Katinka Hosszú, a su esposo y entrenador Shane Tusup. Foto: AFP
Eutanasia. La campeona paralímpica belga, Marieke Vervoort, decidió someterse a la eutanasia, tras los próximos Juegos Paralímpicos (del 7 al 18 de septiembre). Foto: AFP