João Pimenta es historiador y vino a Quito como profesor invitado por la U. Andina. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Cuando João Pimenta habla, con su portuñol perfecto –que él llama “español esperanto”–, lo mejor que se puede hacer es escucharlo con atención… y agradecimiento. Ni en las clases que vino a dar estos días a Quito ni en una charla informal de pasillo o sobremesa ni en esta entrevista hay desperdicio posible; cualquier materia, en sus manos, cobra la forma del conocimiento.
Sus ojeras de estudioso dan la primera pista del banquete que puede ser una conversación en su compañía. Incluso una que tiene lugar en una sala de fumadores (único sitio en el que esta charla no interrumpe a nadie) y que nos mantiene con la respiración contenida mientras hablamos del tiempo.
¿Cuál es tu relación con el tiempo?
Es una relación doble. Primero, yo vivo el tiempo como gran parte de la gente.
¿Sin mucha conciencia?
Jamás estamos siempre conscientes del tiempo. Vivimos una cotidianidad que tiende a un tiempo rápido, corto, de trabajo; al tiempo del reloj. Estoy sometido a estas maneras normadas del tiempo, pero como historiador, como un estudioso del tiempo en sí mismo, a veces hago reflexiones rápidas sobre estos fenómenos que hoy son normales.
¿Qué situaciones te llaman más a la reflexión?
Por ejemplo, cuando me siento muy cansado por el trabajo o por una sumisión excesiva a los horarios fijos.
¿Por qué necesitamos medir el tiempo?
El hombre siempre desarrolló en sociedad formas de medir el tiempo. Hace siglos, el hombre tenía que vivir el tiempo en función del día y de la noche. Tenía que protegerse de animales; estaba muy pendiente de los ciclos de la naturaleza. La percepción humana de los ciclos de la naturaleza es quizá la manera más antigua y duradera de relacionarse con el tiempo. Todavía vivimos así, pero quizás el gran cambio, que es más o menos reciente, es que desarrollamos una manera artificial de vivir el tiempo, que se sobrepuso al tiempo de la naturaleza: es el tiempo del reloj. O sea, vivimos un tiempo matemático que somete nuestras vidas de manera avasalladora.
¿En ausencia del tiempo seríamos un poquito menos humanos?
Desde el momento en que nos relacionamos con la naturaleza o que desarrollamos formas religiosas de vivir; desde que pensamos en nuestros antepasados, o pensamos en qué será el día de mañana, desde que nos acordamos de algo o hacemos planes para el futuro estamos viviendo el tiempo.
Para muchos el tiempo está compuesto de horas, minutos, segundos. ¿De qué está compuesto el tiempo para ti?
El tiempo es una construcción humana. No existe tiempo afuera de nosotros. El tiempo está hecho de nuestra conciencia, de nuestras relaciones con la naturaleza y de nuestras relaciones sociales.
Hay quienes creen que solo existe el presente, ¿tú qué opinas?
Lo que pasa es que hoy, por una serie de motivos, es como si el presente fuera la cosa más importante. Es un fenómeno interesante que tiene que ver con un tiempo cada vez más rápido y más disciplinado, que crea la sensación de que no tenemos tiempo para hacer muchas cosas; luego, no hay por qué pensar en el pasado ni en el futuro. Esto crea un problema, ¿no? Crea una incertidumbre. La gente cree que no tiene un lugar donde ubicarse.
Pero simultáneamente hay muchas expectativas respecto del futuro; de alguna manera el futuro se ha vuelto el lugar favorito de muchas personas, ¿o no?
Sí, pero yo creo que es en parte y que el presente es lo más importante, luego viene el futuro y al final el pasado. Pero no siempre fue así. Durante siglos, muchas sociedades pensaban que el futuro era una suerte de repetición del pasado, por eso había que entenderlo y había que saber de los antepasados, porque lo que hoy llamamos futuro era una especie de vuelta al pasado.
¿Hablas de la comprensión circular del tiempo?
Sí, y es una manera que no ha desaparecido totalmente hoy, pero que fue mucho más importante antes.
Esa comprensión circular, ¿habla del grado de desarrollo de una sociedad?
No, no hay una jerarquía de sociedades en base a sus relaciones con el tiempo. Es un error creer que algunas sociedades son mejores por tener una manera específica de relacionarse con el tiempo.
¿Es el tiempo el que cambias las cosas o nosotros las cambiamos?
Nosotros. No hay tiempo más allá de nuestras acciones.
Por más que digamos: ‘Hay que darle tiempo al tiempo’ y dejar que las cosas cambien, ¿si nosotros no hacemos algo, el tiempo no cambia nada?
Dar tiempo al tiempo significa: ‘Preocupémonos menos de las cosas, no intentemos controlar la situación’. Es una descripción de nuestras acciones.
¿Existe eso que la gente llama, ‘pérdida de tiempo’?
Sí, porque esa idea viene de la comprensión del tiempo como algo útil: el tiempo es dinero, el tiempo es productivo. Siempre hubo más o menos esta idea porque el trabajo estuvo relacionado con una utilidad, pero a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, con la época industrial, se creó una relación productiva con el tiempo. Entonces la idea es que hay que aprovecharlo en términos de lucro, de trabajo… En esa perspectiva sí es posible perder o ganar tiempo.
¿Y tú en qué prefieres perder el tiempo?
Creo que casi nunca pierdo el tiempo.
¿No?
No. Yo pierdo el tiempo cuando estoy haciendo cosas que no me resultan interesantes.
¿Cuándo te pasa eso?
Si pierdo mucho tiempo dentro de un auto, si hago un trabajo que no es de mi interés; si me meto en una reunión social o profesional que me molesta. ¿Por qué? Porque pienso que podría estar haciendo alguna otra cosa mucho más placentera.
Si la máquina del tiempo existiese, ¿te embarcarías hacia el pasado o el futuro?
Creo que hacia el pasado porque está un poco más controlado; y ya tengo una idea de las cosas que pasan allá. Mientras que lanzarme al futuro sería una cosa muy peligrosa.
¿Te da miedo?
Sí, claro, porque no sé para dónde vamos.
João Pimenta
Nació en Sao Paulo, Brasil, en 1972. Es doctor en Historia por la Universidad de Sao Paulo, en la que además es profesor desde hace 12 años. Ha publicado 6 libros; está especializado en los siglos XVIII y XIX, en Brasil e Hispanoamérica, además de en historia del tiempo. Es uno de los miembros del proyecto Iberconceptos.