El invierno; sus daños y causas

Como sucede casi siempre por estas latitudes, los fenómenos naturales son los que nos halan las cobijas y nos despiertan a una realidad que tapamos con nuestra indiferencia y con el estribillo de ‘para eso pago impuestos’.

Eso es, precisamente, lo que está pasando con el poderoso invierno que, según los climatólogos y meteorólogos, recién empieza y se prolongará por lo menos hasta marzo, con el fenómeno de El Niño como yapa.

Unos cuantos porfiados aguaceros fueron suficientes para desnudar las carencias de estructura e infraestructura que tienen muchas ciudades del país, incluidas las más grandes, Guayaquil y Quito.

Una nota de este Diario habla de que 7 000 calles se encuentran en mal estado. Otra da cuenta del profundo agujero que se abrió en la calle Pablo Alvear, del barrio de Chilibulo, que se tragó un vehículo y cuyo conductor se salvó de milagro.

Obviamente, los ciudadanos cuestionan a las autoridades actuales, que tienen poco que ver con esos eventos, pero se olvidan de dos factores principales: las administraciones pasadas y... la ciudadanía mismo.

La costumbre de rellenar las quebradas con desechos orgánicos (basuras, restos de comida, alimentos caducos) donde se levantarán futuras calles es una técnica obsoleta. ¿Por qué?

Estos residuos se transforman en gases que van dejando vacíos en la tierra hasta que pasa lo de Chilibulo o lo que sucedió en El Trébol hace tiempo.

Por ello, se necesita cambiar de técnica constructiva y de materiales de relleno. ¿La culpa de la ciudadanía? Pues, su falta de urbanidad. Si convierte las alcantarillas y sumideros en depósitos de basura, cuando llueve el agua no tiene por donde evacuar y llena calles, parques, casas... El remedio está en las manos de todos.

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