La inteligencia artificial se basa en la imperfección

Lotfi A. Zadeh, en su despacho. Dedicó su vida a promover y discutir su teoría por todo el mundo y recibió una serie de reconocimientos, el último de ellos en el 2012. Fotos: Fundación BBVA

Lotfi A. Zadeh, en su despacho. Dedicó su vida a promover y discutir su teoría por todo el mundo y recibió una serie de reconocimientos, el último de ellos en el 2012. Fotos: Fundación BBVA

Lotfi A. Zadeh, en su despacho. Dedicó su vida a promover y discutir su teoría por todo el mundo y recibió una serie de reconocimientos, el último de ellos en el 2012. Fotos: Fundación BBVA

Lotfi A. Zadeh, el padre de la lógica difusa, falleció a los 96 años. Aunque su nombre no resulte demasiado familiar, él es el responsable de que las máquinas hoy funcionen inteligentemente y que se haya podido avanzar en el desarrollo de la Inteligencia Artificial.

Zadeh desarrolló en 1965 el concepto de conjunto difuso, que demostraba que la idea clásica de conjunto con límites claros y bien definidos no reflejaba la realidad del razonamiento de los seres humanos. Para las personas no existe solo el blanco y negro sino toda una escala de grises en medio, que modifica la percepción de ciertos hechos y, por ende, de cómo las personas asumen la vida y la cotidianidad.

Esta nueva concepción se convirtió rápidamente en una de las más citadas del siglo XX por científicos y pensadores de todas las áreas, con 35 000 menciones en investigaciones.

Al principio, su teoría fue tomada con escepticismo, pues muchos de sus colegas pensaron que su razonamiento rompía con lo que había sido la concepción lógica y real de cómo funcionaban las cosas.

Además, dio lugar a más de 50 000 patentes solo en Japón y Estados Unidos, de productos que usamos a diario. Por ejemplo, la lógica difusa se aplica en el software de las lavadoras o de vehículos inteligentes que deben definir ‘razonadamente’ cómo acatar una orden y una directriz dictada.

Bajo el razonamiento binario que exigen las computadoras, la verdad no tiene solo dos parámetros. No es solo alto o bajo, sino que puede ser mediano o un metro de alto. Así, la teoría de Zadeh nació para tratar de acercar más el comportamiento de las computadoras al de las personas. Hacerlas más amigables, más razonables, más ‘humanas’.

Foto de archivo de Lotfi Zadeh en la Universidad de Columbia (EE.UU.).

La teoría de los conjuntos difusos dio lugar a la lógica difusa, que recogía los principios y las contradicciones propias del pensamiento humano que grandes filósofos habían formulado antes, entre ellos Immanuel Kant y David Hume.

La teoría de Zadeh también se había nutrido de la noción expuesta por el filósofo y matemático Bertrand Russell sobre la vaguedad del lenguaje. Su concepto establecía que “cuanto más la ciencia trata de ser exacta, más se aleja de la verdad. Los conceptos más vagos pueden englobar más, y por eso es más probable que sean verdaderos”.

En otras palabras, la lógica de las personas puede generar definiciones poco claras, pero que ayudan a comprender la forma en la que entendemos el mundo. Una ropa puede estar ‘muy sucia’, una categoría que hará que la lavadora pueda incluir un ciclo de lavado extra para remover toda la suciedad.

Esta es la lógica difusa en su máxima expresión, que en la década de los 80 dio lugar a aplicaciones exitosas, principalmente en Japón, en donde funciona perfectamente el metro no tripulado de la ciudad de Sendai (1987). Gracias al carácter gradual de las reglas utilizadas en su diseño y operación, los procesos de arranque y parada del tren se llevan a cabo con una suavidad inusitada, lo que se tradujo en un menor consumo de electricidad y en una mayor comodidad para los usuarios de este servicio.

Zadeh dedicó su vida a promover su teoría. Viajó por todos los rincones explicando su concepción, haciendo más fácil de entender y cómo se podía aplicar a la tecnología en creciente desarrollo. Su amabilidad ha sido reconocida en todas partes, y siempre estaba dispuesto a recibir a investigadores, pensadores y científicos de todas las áreas en la Berkeley Initiative on Soft Computing, que él creó en 1991.

Su trabajo le mereció a Zadeh un sinnúmero de reconocimientos y premios. El último fue en el 2012, cuando fue laureado con el Premio Fronteras del Conocimiento de Tecnologías de la Información y la Comunicación, de la española Fundación BBVA.
En aquel momento, el director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y miembro del jurado que le otorgó el premio, Ramón López de Mantarás, indicó que el trabajo de Zadeh había permitido “formalizar y mecanizar computacionalmente la capacidad de trabajar con la imprecisión”, lo que ha tenido un gran impacto en la industria, según recogió la agencia EFE.

Zadeh pasó casi toda su vida en Estados Unidos. Nació en 1921 en Bakú, en la antigua República Soviética de Azerbaiyán, donde su padre, un iraní, trabajaba como periodista. Cuando tenía 10 años, su familia regresó a Teherán (Irán).

Allí se licenció en Ingeniería Eléctrica en 1942 y un año más tarde emigró a Estados Unidos. Completó estudios en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), uno de los más importantes del mundo, y luego en la Universidad de Columbia, de la que llegó a ser profesor, hasta que en 1959 se incorporó al Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencia de la Computación de la Universidad de California, en Berkeley, donde desarrolló el resto de su carrera.

La lógica difusa ha tenido aplicaciones tan inesperadas de las que Zadeh estuvo muy orgulloso. Esta teoría sirvió como base para el desarrollo de las capacidades humanas en la Inteligencia Artificial (AI); en concreto, permitió la representación de las habilidades cognitivas generales en el software, de tal manera que es capaz de enfrentar y resolver actividades y problemas que no le resultan familiares o no son los habituales en su trabajo.

El científico ocupó cargos editoriales en 75 revistas especializadas, y aunque su obra produjo decenas de miles de patentes de productos tan variados como únicos, él no era titular de ninguna de ellas. Su vida la dedicó a la investigación y al desarrollo del entendimiento del pensamiento humano.

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