Los actuales vicerrectores trabajarán en el fortalecimiento académico y administrativo, para la acreditación y recategorización de la Universidad de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
Subir de categoría y aumentar la seguridad. Con estos objetivos arrancaron las clases en la Universidad de Guayaquil, este miércoles 4 de noviembre del 2015. A las 09:00, decenas de estudiantes se congregaron en la nueva plaza estudiantil, ubicada en el centro de la ciudadela universitaria Salvador Allende. Ahí se desarrolló un acto de bienvenida al segundo semestre del 2015, con presentaciones musicales y actuaciones.
Este es también el inicio de una nueva etapa de intervención a la U. de Guayaquil, proceso que fue ordenada por el Consejo de Educación Superior (CES), en octubre de 2013. Esta tercera fase será hasta el 10 de agosto de 2016.
Para Lobelia Cisneros, interventora académica, el reto inmediato es lograr la categorización del centro de estudios, un proceso que está a cargo del Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces) y que se realizará entre abril y marzo del próximo año.
“Se sigue trabajando y falta muchísimo por trabajar. Esta universidad es muy grande, con más de 18 facultades, más de 68 carreras vigentes, con más de 80 000 estudiantes y más de 3 000 profesores. (…) Estamos planificando el proceso de autoevaluación para conocer cómo nos encontramos y a partir de ello definir un plan”, dijo.
Sonia Ordóñez, rectora encargada de la universidad, asegura que en varios indicadores del Ceaaces, como el de investigación, se ha logrado un aumento considerable en comparación con los resultados del 2013. En ese año, la U. de Guayaquil fue ubicada en la categoría D, la última en la escala del Ceaaces, debido a varias deficiencias en cuanto a capacitación docente e investigación científica.
Este nuevo ciclo de estudios coincide además con recientes atentados dentro de la ciudadela universitaria. La semana pasada detonaron algunas bombas lacrimógenas en la Escuela de Sociología. Al menos 300 estudiantes asistían a talleres de nivelación cuando el gas los acarraló en los salones.
El caso es investigado por la Policía Nacional. Pero a la par, indicó Ordóñez, se estableció el reglamento interno de sanciones.
“Hay tres niveles de faltas. Y se están contemplando todos los casos, no solo estos, que pongan una bomba o que se encuentren municiones en un área que debe ser netamente académica, sino también para otros problemas que se han venido suscitando en la universidad como la corrupción, el acoso a los estudiantes, la coima, todo lo que daña la vida universitaria”.