Varios niños y adolescentes debieron trasladarse a estudiar a otras unidades educativas de Lasso o Mulaló, cantón Latacunga, tras las reactivación del coloso. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
Los estudiantes reubicados son fácilmente reconocibles: usan uniformes diferentes a los azules, de aquellos que pertenecen a la Escuela Río Blanco, en Lasso. Siete niños de diferentes zonas afectadas por el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi fueron reasignados a este centro y reciben clases en octavo de Educación Básica.
Hasta allá se han movilizado sus familias desde Santa Ana, San Agustín de Callo, Mulaló, Machachi y Alóag, por los efectos que el volcán les ha causado. Los 42 alumnos de octavo año eran los únicos en clases ayer 2 de septiembre en esa escuela de Lasso, ubicada en una zona segura, pues el inicio del curso lectivo se hizo de forma escalonada.
Y el primer día del nuevo año para estos estudiantes, de entre 11 y 12 años, no fue normal. En su última hora de clases tuvieron una charla sobre el volcán y los riesgos que sufre toda la zona en la que habitan.
Si bien están en una zona segura (al oeste de la Panamericana), en caso de que se cambiara la alerta a naranja deberán evacuar la escuela e ir a sus casas. Con un mapa interactivo, Edwin Córdova, exvoluntario de la Defensa Civil, explicó a los alumnos las zonas el mayor riesgo de los lahares y los sectores que, en el caso de una erupción, serán altamente afectados. Sentados frente al proyector, los niños comentaban dónde se ubican sus viviendas y los planes que tienen con
sus familias para salir de las casas en caso de una emergencia.
“¿Las gasolineras pueden explotar?”, se preguntaba uno de los niños cuando le dijeron que la vía Panamericana será afectada. La respuesta fue que probablemente sí.
Desde San Agustín de Callo llegaron dos niños, cuyas familias decidieron abandonar este barrio porque está en la zona de más alto riesgo. Todos sus compañeros debieron ser reubicados también en otras zonas, como Pujilí, Zumbahua y hasta Quito y Ambato. Por esa razón, la escuela donde estudiaban está cerrada.
“Ha existido un gran éxodo y todas las familias se han ido. No queda nadie, entonces la escuela no pudo iniciar clases”, aseguró Marco Chisiquiza, director del centro educativo. Él señala que desde hace dos semanas, las familias han abandonado poco a poco el sector, incluso con sus animales y varias de sus pertenencias; hubo gente que habría vendido su ganado para irse a arrendar.
Chisiquiza llegó ayer hasta Mulaló, donde sí se iniciaron clases. Allí explicó que él no sabe qué hacer, pues no ha recibido una respuesta del Ministerio de Educación sobre cuándo se iniciarán las clases o si él será reubicado en otra institución para trabajar.
En un principio, el ministro Augusto Espinosa informó que el período escolar se iniciaría sin inconvenientes en todos los 35 planteles ubicados en zonas de riesgo en Cotopaxi. Y que las primeras semanas se utilizarían en simulacros y capacitaciones.
Sin embargo, la directora de Educación del distrito, Paulina Bravo, señaló el lunes que 27 210 estudiantes serían reubicados temporalmente. “Es momentáneo, mientras pasa esta eventualidad. Una vez que todo esté solucionado la unidad volverá a abrirse”, aseguró, pero no dio fechas.
En Lasso, los maestros no saben hasta cuándo estarán los estudiantes con ellos. Esperan tener más respuestas mañana 4 de agosto, cuando se realice el simulacro de evacuación en todos los centros educativos del sector. Tampoco conocen con certeza cuántos niños recibirán en total, pues aún falta iniciar clases en toda la unidad educativa.
En Mulaló, en cambio, no saben con certeza cuántos estudiantes ya no recibirán clases en el plantel de esa parroquia. Allí, los alumnos de Educación Básica ya ingresaron, pues fue una decisión de las autoridades frente al proceso eruptivo, según explicó la directora encargada, Gloria Pérez. Pero algunas familias ya han abandonado la zona, también de alto riesgo.
Ayer, en esa institución se entregaron los uniformes y los libros para los chicos. Se les distribuyeron incluso a quienes serán reubicados, para que tengan los materiales para poder estudiar en otros centros.
Allí, la caída de ceniza es constante y el patio luce cubierto por una fina capa de polvo, a pesar de que hay alguien limpiando. Aun así, los niños salen a jugar, algunos con mascarillas de diferentes tipos.
Hasta ayer, el Ministerio no había entregado el kit volcánico a los estudiantes, que consiste en mascarilla y gafas. Por eso, cada uno trajo los implementos que tenía en casa: algunos con gafas de sol, otros con mascarillas muy grandes para sus caras, unas de papel, otras de tela, otros niños piensan usar bufandas…
Este Diario buscó la versión de Bravo sobre los preparativos ante una posible erupción, la reubicación de estudiantes y los planes de contingencia, sin embargo en la Dirección Distrital, en Latacunga, se informó que estaba en reuniones fuera de la ciudad.
Los niños, en tanto, ven el panorama como una oportunidad de hacer nuevos amigos. Jonathan, de 7 años, está contento de que su familia esté en una zona segura que no será afectada por los lahares.