El ritual de la comida fue hecho por los indígenas de Mejía y Rumiñahui como parte del intercambio de conocimientos. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO
Los indígenas que llegaron desde los cantones Mejía y Rumiñahui (Pichincha) tomaron la iniciativa de compartir sus alimentos tradicionales en una ceremonia para servir la comida a los anfitriones.
En una mesa, los nativos de la nacionalidad Tsáchila, de Santo Domingo, observaban sentados cómo sus invitados pronunciaban una suerte de oración en el idioma quichua, mientras colocaban los alimentos sobre hojas de bejuco.
Los indígenas de las provincias de Santo Domingo de los Tsáchilas y de esos cantones intercambiaron sus conocimientos ancestrales en una cita en la comuna El Poste.
El encuentro, que se realizó el pasado sábado (3 de febrero del 2018), fue una iniciativa de la Dirección Distrital de Salud de la provincia Tsáchila, que desarrolla una campaña para fomentar la medicina ancestral dentro del sistema nacional de salud.
La medicina tradicional y los saberes ancestrales son reconocidos por el Estado ecuatoriano desde la Constitución de 1999.
En el libro ‘Historia de Vida de Hombres y Mujeres de Sabiduría de Medicina Ancestral’, publicado por el MSP en el 2016, se señala que el reconocimiento de esta tradición buscar devolver los valiosos aportes a hombres y mujeres de sabiduría ancestral en sus territorios.
Los alimentos servidos por los indígenas de la Sierra son una forma de expresión de la cultura gastronómica de esos pueblos, pero también para acercarse a otras culturas.
María Pilatasi, en nombre de la delegación de Mejía y Rumiñahui, se dirigió de esa forma a los tsáchilas y les contó que el maíz tostado, el mote y la yuca son ingredientes en los que basan su alimentación. Pilatasi es una de las mujeres indígenas reconocidas por la práctica de la sanación ancestral.
Ella asegura que las personas que acuden en busca de su ayuda no solo se acercan por la práctica de la sanación como tal, sino que se interesan por sus formas de alimentarse.
Es por eso que cuando son visitados por extranjeros y ciudadanos de otras partes del país lo primero que hacen es explicarles su gastronomía.
En la cultura de los tsáchilas, los alimentos también son un gesto de cordialidad para con sus invitados.
Ellos, por ejemplo, convidan la bebida ,chicha o malá, como se la conoce en su idioma tsáfiqui.
Flavio Calazacón, presidente de la comuna El Poste, asegura que este jugo tradicional de caña de azúcar y maíz es sinónimo de fiesta, porque para elaborarlo se necesita de un proceso previo que toma una semana. Para la cita con los indígenas de la Sierra siguieron esa costumbre.
El jugo de caña y la masa de maíz, los ingredientes principales del malá, se fermentaron tras cinco días de conservación. Los indígenas de Mejía y Rumiñahui, al probarla, la relacionaron con la bebida hecha con avena y naranjilla.
Los nativos de las dos regiones lucieron sus vestimentas tradicionales mientras compartían estas experiencias de sus pueblos. Los indígenas llamaron la atención por sus sombreros, que son elaborados con lana de oveja.
Los tsáchilas lucieron su falda tradicional de múltiples colores y una chumbillina cruzada entre sus hombros. Uno de los puntos de común discusión fue el uso de plantas para la práctica de sanación.
Los nativos encontraron similitudes en el uso de estos productos, debido a ciertas semejanzas de los bosques de sus dos regiones.
Para las sanaciones espirituales emplean hierbas como la santamaría, eucalipto, ruda, sauco, manzanilla, entre otras.
El cónclave regional se selló con un ritual al pie del árbol pechi, sagrado para los habitantes de la comuna El Poste.