Los pastos representaban al bien y al mal con figuras de codornices. Fotos: Francisco Espinoza/ EL COMERCIO
Las casas del área rural del norte del Carchi, en Ecuador, y del sur de Nariño, en Colombia, tienen algo en común. Las fachadas de los inmuebles están decoradas con íconos de la cultura Pasto. Se trata de un pueblo milenario que floreció en este territorio antes de la conquista española.
Son figuras de personas, animales y objetos que reflejan el alto contenido estético que tuvo esa sociedad. Así explica Diego Yépez, director provincial del Ministerio de Cultura y Patrimonio de Carchi. Se refiere a elementos que simbolizan a guerreros, monos, codornices, venados, formas geométricas…
Según Cristina Almeida, habitante de El Charco, Colombia, cada uno de los trazos tiene significado.“Las codornices, por ejemplo, reflejan el bien y el mal. Dos hombres juntos, la hermandad. El cacique (un hombre con rostro de pájaro, que lleva una lanza en una de sus manos) simboliza el poder”, explica.
Los anteriores dibujos adornan la fachada de la vivienda de Cristina Almeida.
Quizá la figura más representativa es el sol de ocho puntas, que ha sido encontrado grabado en rocas y cerámicas que pertenecieron a este pueblo milenario.Se cree que la imagen del astro rey sirvió como un calendario agrícola, que señalaba los solsticios y equinoccios.
La parroquia Tufiño, situada en el noroccidente de la capital del Carchi, fue la primera que incorporó estos íconos en los exteriores de sus casas.
Las vasijas como la botijuela poseen diseños estilizados y figuras geométricas. Foto: Francisco Espinoza/ EL COMERCIO
El pintor Marcelo Hernández fue el encargado de diseñar las figuras el año anterior, como parte de un proyecto de la Junta Parroquial de Tufiño y del Ministerio de Cultura. “El objetivo fue mejorar la imagen del pueblo y rescatar las raíces de nuestros antepasados”, comenta Édison Pozo, secretario-tesorero del Gobierno local.
Como parte de esa iniciativa se decoraron 23 casas de la cabecera parroquial. Previamente se solicitó el permiso de los dueños de casa. Luego, mediante mingas, se pintaron las fachadas.
Finalmente, el artista plástico plasmó los íconos antiguos. En esta tarea, la Junta Parroquial invirtió alrededor de USD 2 500, asegura Pozo.
Hernández comenta que las figuras fueron seleccionadas a partir de los dibujos e investigaciones encontrados en vestigios arqueológicos.
El artista creció en medio de información sobre la cultura Pasto, pues su padre, Luis, es una afamado restaurador de piezas de cerámica. Es ahí donde el pintor se inspiró para realizar su trabajo.
El año anterior, entre tanto, presentó una propuesta al Ministerio de Cultura para ampliar esta iniciativa a siete localidades más del Carchi. El proyecto pictórico fue uno de los ganadores de los Fondos Concursables de esa Cartera de Estado.
Es por ello que los íconos pastos ahora también lucen en viviendas de las comunidades de: Pioter y Piartal (cantón Tulcán), La Libertad (El Ángel), Los Andes (Bolívar), Chután Bajo y Cristóbal Colón (Montúfar) y Mariscal Sucre (Huaca).
En cada uno de esos poblados se decoraron siete casas. Sin embargo, Marcelo Hernández asegura que ha recibido pedidos para pintar más inmuebles y poblados.
En el lado colombiano, la costumbre de incluir figuras de los pastos en sus muros tiene una mayor trayectoria, explica Édison Pozo. Según el pintor, la ventaja en los corregimientos del vecino país es que la pintura se institucionalizó con murales pastos hace varios años. “Eso ha vuelto que rincones de Nariño, como El Charco, sean un atractivo turístico más”.
En las parroquias rurales del Carchi y Nariño se decoraron las fachadas para rescatar esa cultura