Las formas tradicionales de conseguir hospedaje van quedando en el pasado. El surgimiento de nuevas opciones, más económicas, dinámicas y personales, están desplazando a hoteles y hostales donde los viajeros acostumbraban alojarse.
Los avances de la tecnología y el auge de las redes sociales han permitido que surjan nuevas alternativas a la hora de planear un viaje. Airbnb es una de estas. La empresa creada en el 2008 en San Francisco, California, entró al mercado con una novedosa forma de ofrecer alojamiento en el extranjero.
Alejandra Jiménez había planeado un viaje a Nueva York, la fecha de partida se acercaba, y no encontraba un sitio que se ajustara a su presupuesto.
Un amigo le recomendó ingresar a Airbnb, y así inició la búsqueda. Tres meses después, se alojó en el departamento de Íngrid y Lebron. La experiencia, según ella, fue satisfactoria, la pareja fue amable, respetaron su espacio, e incluso le indicaron cómo moverse por la ciudad y los lugares a donde ir.
Como Jiménez, más de 15 millones de personas en 190 países y 34 000 ciudades alrededor del mundo utilizan este método. En el Ecuador hay más de 950 anuncios de propiedades y de ellos, 400 están en Quito.
Para acceder, debe crear un perfil, subir una foto y responder las preguntas, que son las que tomará en cuenta, tanto la persona que ofrece como la que está buscando alojamiento. Los usuarios recomiendan contactarse con los anfitriones y leer las calificaciones que otros usuarios han escrito. La página realiza el pago total a los arrendatarios, dos días después de la llegada del huésped.
El servicio ha ido creciendo desde su creación. Según un estudio publicado por la revista Forbes, la empresa cerró el 2009 con 100 000 huéspedes. En el 2010 el sitio se expandió internacionalmente logrando obtener 750 000 usuarios. En el 2011, dos millones de personas ya usaban la página para conseguir hospedaje.
Debido a la globalización, la dolarización y la apertura hacia nuevas tecnologías, esta tendencia se está instalando en el país, según explica la socióloga Natalia Sierra. Para ella, además de beneficiar económicamente a las dos partes, es una forma de integrarse más con el lugar de destino.
María Lourdes Linzan tenía una habitación libre en su departamento. Hace dos años buscó una alternativa para recibir un ingreso extra y así empezó a usar Airbnb. El sitio se encargó de enviarle un fotógrafo profesional y después empezó a recibir las solicitudes de visitantes de distintas partes del mundo.
Aunque al principio sentía desconfianza y dormía con seguro en su puerta, después incluso, compartió fechas especiales como Navidad junto a sus huéspedes. Conocer otras culturas, costumbres e idiomas, es una de las ventajas que le ha brindado este servicio.
Departamentos, casas, castillos o islas están disponibles a través de la página. Los precios varían dependiendo del destino y las preferencias del usuario. En Ecuador las opciones van desde habitaciones compartidas hasta casas completas. Estas tienen un valor que varía entre los USD 12 y 100 por noche dependiendo del lugar y tiempo de estadía.
Felipe Cascante y Cristina Amores son una pareja que utiliza el servicio desde el 2013 para rentar sus 11 propiedades. Se enteraron de la página por la hermana de él, que vive en el extranjero.
Desde ese momento, empezaron a recibir gente de India, África, Estados Unidos y, en menor cantidad, de América Latina. La pareja admite que desde que se unieron al sitio hasta ahora, se ha incrementado el número de personas que utilizan el mecanismo y que han llegado al país.
Aunque suene una gran opción, Airbnb también puede tener riesgos. La pareja decidió ir a Brasil utilizando el mismo sistema. Con su conocimiento de la página, pensaban llegar a un sitio con las mismas comodidades y limpieza que ellos ofrecen. Pero su experiencia no fue tan grata, el lugar era pequeño, sucio y costoso debido a la zona en la que estaba ubicado, y a la temporada en la que llegaron.
Debido al crecimiento que ha tenido el sitio en los últimos años, la compañía ha tenido que enfrentar la inconformidad de las grandes cadenas hoteleras.
En algunas ciudades de España se está tratando de implementar una ley que limite este servicio, ya que las empresas turísticas lo consideran una competencia desleal.
En Nueva York existe la prohibición de alquilar domicilios particulares por un período menor a 30 días y se incluye dentro de la ley que prohíbe los hoteles ilegales.
Para la socióloga, ahora hay una ampliación de la visión mercantil. Gracias a la Internet hay una aparición del trueque para hacer las vacaciones más económicas, lo cual cree es positivo, ya que contribuye a una distribución equitativa del capital, y no solamente se concentra en las centrales turísticas.
Como Airbnb existen otras aplicaciones que todavía no han llegado al país. En ‘Ubber’ el intercambio se realiza con autos, ‘Liquid’ lo hace con bicicletas y ‘Dog Vacay’ ofrece hogares para mascotas, mientras sus dueños están viajando.
En contexto
Si está buscando una alternativa para viajar, la Internet es el mecanismo más fácil para encontrar vuelos, hospedaje, vehículos en renta… Siempre tome en cuenta las medidas de seguridad de los sitios en la Red, para evitar estafas o robos de su información bancaria.
No olvide
Comuníquese con los dueños de la propiedad a través del servicio de mensajes internos de la página. No puede intercambiar direcciones de correo o datos personales porque el sistema bloqueará esta información.
Antes de alquilar un hospedaje, fíjese en todos los servicios que están incluidos en el valor que pagará. Además, cerciórese que las fotos del lugar tengan la firma de Airbnb, que es una garantía.
Los pagos por el servicio se pueden realizar a través de tarjetas de crédito, cuenta en PayPal y Google Wallet, que está solamente disponible en EE.UU.
El servicio cobra una comisión que va del 6% al 12%, dependiendo del país, que se suma al pago realizado por el huésped. A los anfitriones les cobra una comisión del 3% del valor total de la reserva.