La fachada principal del bloque A conserva la tipología original, como el cerramiento en zigzag. Foto: Jenny Navarro / EL COMERCIO.
La discreción y la tranquilidad fueron los códigos de barras del Colonial, un icónico hotel ubicado en el Centro Histórico de Quito que atendió a serranos, costeños y extranjeros por más de 70 años.
Aunque nunca tuvo una marquesina de hotel de lujo, su estratégico emplazamiento -frente a la antigua terminal terrestre del Cumandá y en plena av. Maldonado– hizo que siempre tenga un buen flujo de clientes, explica el Arq. Eduardo Andrade, hijo del exdueño y residente del lugar por más de tres décadas.
Tan solo un largo y estrecho callejón -que terminaba y termina en un mural de la Virgen María- conectaba y conecta al exhotel con el exterior.
Por esas razones, era el sitio escogido para sus concentraciones por equipos de fútbol profesional como el Deportivo Quito, Aucas, Patria, Macará… Hasta el mismísimo Julio Jaramillo ocupó una de las ‘suites’ por tres meses.
Claro, el cierre de la terminal significó el ocaso del hotel. En el 2006 cerró sus puertas y se convirtió en un deteriorado refugio de indigentes.
En ese calamitoso estado lo adquirió el Municipio capitalino, explica el Arq. Jesús Loor, del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP). En el 2010 se llamó a un concurso público para su rehabilitación, y el proyecto lo ganó MCM+A taller de Arquitectura, de Pablo Moreira, Natalia Corral, Yadhira Álvarez, Milton Chávez…
Las obras comenzaron en mayo del 2013. Luego de 20 meses de trabajos, el exhotel se transmutó en un complejo habitacional de buenos estándares y con equipamientos requeridos por el hábitat actual (sistemas para cocinas de inducción, controles de seguridad y contraincendios…), explica el Ing. Édison Guerrero, constructor del complejo.
Se habilitaron 27 unidades de vivienda, distribuidas en dos bloques. 11 son de un dormitorio, 11 de dos alcobas, tres poseen 3 dormitorios y dos dan cabida a 4 habitaciones.
El proyecto revalorizó los dos edificios preexistentes, explica Moreira. Se mantuvo la horizontalidad del bloque A, que caracteriza la perspectiva del conjunto desde la av. Maldonado, mientras que en el bloque B se optó por la construcción de cuatro pequeñas torres de departamentos, de cuatro pisos cada una.
La recuperación espacial, que fue realizada por el Municipio de Quito y la Junta de Andalucía, de España, también habilitó una moderna área comunal que se distribuye en los espacios vacíos que tenía el exhotel, refuerza Guerrero. Se incluyen equipamientos como solarios, juegos infantiles y una zona de BBQ.
Aunque se preservaron muchos elementos de las construcciones originales y se utilizó mucho reciclaje (escaleras de acero, cubiertas, pisos) también se realizaron varios ‘injertos’ para transformar el hotel en vivienda digna.
La comercialización de los inmuebles está en manos de la Empresa Municipal de Hábitat y Vivienda.
En síntesis, ese anciano hotel que comenzó en 1930 como una simple posada y se completó en 1970; ahora es un conjunto residencial que confirma que en el Centro Histórico sí se puede vivir bien.