Un jardín vertical junto a las gradas comprende la zona verde, que no podía faltar en las instalaciones del hotel. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Con una propuesta de diseño basada en la renovación de una estructura histórica y patrimonial, el Hotel Carlota es otra propuesta para atender las necesidades del turismo nacional e internacional en el Centro Histórico de Quito.
Ubicada en la Benalcázar y Mejía, el respeto de los espacios originales y la introducción de un estilo moderno son las claves de la rehabilitación.
José Laso, diseñador, indica que Carlota es de un estilo contemporáneo y ecléctico. “El hotel combina historia, diseño, sostenibilidad y vida urbana”.
Ante todo, el sitio encierra historia. Se construyó a inicios del siglo XX, con una arquitectura “muy al estilo francés”.
Ahí no acaba la historia. Renato Solines, dueño del actual proyecto, cuenta que la casa la construyó doña Enriqueta Gangotena viuda de Cevallos, abuela del expresidente Rodrigo Borja Cevallos, quien habría habitado el lugar.
En 1966, doña Carlota Echeverría viuda de Moreno adquirió el inmueble. Allí pasó gran parte de su vida junto a su esposo, René Moreno, y a su suegro, don Segundo Luis Moreno, uno de los musicólogos más reconocidos del país.
Monseñor Bernardino Echeverría, hermano de doña Carlota, también vivió ahí.
El proyecto del hotel se inició en el 2010. Renato Solines, uno de los 16 nietos de Carlota, junto a su esposa, la arquitecta Verónica Reed, plantearon la idea de rescatar y preservar este bien patrimonial.
El Hotel Carlota cuenta con 12 habitaciones y una capacidad de 35 personas. Lofts, suites, habitaciones simples, dobles y triples están entre ellas.
Cada una es diferente y tiene el nombre de un pájaro, propio de la Sierra. Hay dos espacios exclusivos para sus
huéspedes: una sala de lectura y una cava de vinos seleccionados.
El público en general también tiene acceso a tres zonas del hotel: el bistró, la tienda y el lounge, un espacio con vista privilegiada del Centro.
Adentro, el contraste entre historia y modernidad resalta. Estructuras de madera antigua se combinan con otras de metal; papeles tapices en las habitaciones resaltan entre los muebles elaborados con la madera recuperada de los antiguos pisos de la casa.
Desde la entrada, el ladrillo de las paredes llama la atención entre el diseño contemporáneo del lugar.
Los muebles son una mezcla entre opciones recuperadas de los años 50 a los 70, otros fabricados con madera reciclada y varios muebles de diseño.
Las sillas Volpe y Volpino, de Norbert Geelen; la Njord, de Scaffidi & Johansen; la Soley, de Valdlmar Haroarson y la Bina, de Frank Person son parte del mobiliario de alta gama.
Las puertas y ventanas originales nos trasladan hasta 1905, época a la que pertenecen.
Un jardín vertical es el espacio verde que acompaña a las gradas hacia el segundo piso. Hasta que por fin al llegar a la terraza, desde el lounge del hotel se puede ver todo el esplendor del Centro Histórico: desde sus iglesias y casas patrimoniales hasta El Panecillo. La sostenibilidad es otra de las razones por las que este nuevo proyecto se destaca.
Según Laso, Carlota ya pertenece a la categoría Greenleaders, en Tripadvisor, con nivel Gold, por sus prácticas y procesos sostenibles y sustentables. “Al proyecto se incorporaron varias estrategias y tecnologías con estas características”.
La recuperación y reciclaje de materiales durante la construcción; producción de energía en sitio mediante 34 paneles fotovoltaicos; recuperación y reciclaje de agua; iluminación eficiente y piezas sanitarias de bajo consumo son algunas de ellas.