Este año, el festival de jazz más importante del país, Ecuador Jazz, cumple su décimo primera edición. ¿Qué han asimilado los ‘jazzeros’ nacionales del roce permanente con importantes exponentes internacionales del género? Chía Patiño, directora del Teatro Nacional Sucre (institución organizadora del festival), y Renato Zamora (músico y productor musical) nos acompañaron hoy (lunes 2 de marzo) en La Movida Cultural para responder a esta pregunta.
Las bandas nacionales son las teloneras de las grandes figuras que se presentan en Quito una vez al año. Pero no solo comparten camerinos y escenario con los músicos de afuera, sino también han sido parte de ‘jam sessions’ conjuntas y un sinnúmero de encuentros no formales que pretenden fomentar el intercambio en varios niveles.
Pero ¿se nota la calidad de este roce en las propuestas que, por ejemplo, están llevando las bandas nacionales a las tablas del Sucre? ¿Cuáles son los puntos en los que, musical y escénicamente, aún deben trabajar los intérpretes locales.
Para Chía Patiño, el Ecuador Jazz ha permitido conocer a los grandes maestros y saber que ellos “no se dedican a demostrar su técnica, sino que se dedican a sentir al público a conjugar con lo que ellos. Además entienden lo que el público necesita y lo que la noche crea”.
Con iniciativas como esta, Patiño asegura que permite que los músico ecuatorianos han podido mostrarse al país.