Comer una hamburguesa es un asunto serio, al menos cuando se está buscando la mejor de la ciudad. Por eso, más vale contar con la ayuda de quienes en lo que respecta a comida saben de sobra, los chefs. Pablo Cruz y Alfredo Salazar fueron los seleccionados para merodear a lo largo y ancho de Quito en busca de los lugares predilectos para comer esta sabrosura típicamente estadounidense.
La parada número 1 de este recorrido culinario plagado de carbohidratos y proteínas fue Hamburguesas del Gato. La premisa, evaluar sabor y experiencia. La esperanza, encontrar una preparación inolvidable, de esas que activan las papilas gustativas con solo recordarlas.
El local principal, en el sector de la Plaza de Toros, tiene el tamaño y la ‘pinta’ de una hueca. Es pequeño, por ende acogedor, y no falta la música de ambiente (el repertorio de una radio local) a todo volumen. Además, las hamburguesas se preparan concienzudamente a la vista del comensal. Quien decida entrar debe resignarse a llevar impregnado el olor de la parrilla en su ropa.
Las hamburguesas se preparan con carne fresca que se compra el mismo día y se las cocina a la parrilla. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Y ese es el ‘plus’ de las hamburguesas, su cocción a la parrilla. El gusto que le aporta a la carne es distinguible desde el primer bocado. La elegida para la degustación fue una sencilla, una Cheese Miau, creada a imagen y semejanza de una tradicional ‘cheeseburger’. Carne, queso, salsas y vegetales.
Más que la carne- decentemente condimentada- destacan las salsas. La mayonesa y la salsa de tomate usadas son de calidad, al parecer de los chefs. Estas le dan un toque dulzón (y agradable) al conjunto y realzan los demás ingredientes.
El veredicto al final de la degustación: se trata de una hamburguesa de combate (en palabras de Alfredo), por su contextura y la forma en la que se la come, de pie, porque las dos barras con las que cuenta el negocio acogen solo a una decena de clientes. Entonces no hay de otra que olvidarse del recato.
Tanto a Alfredo como a Pablo les faltó carne. Se refieren al grosor de la proteína. Aprovecharon para hablar de que eso de servir hamburguesas delgadas- aplanadas- es una tendencia en la ciudad y que eso predispone a los comensales a optar por una doble. Efectivamente el estilo de preparación de Hamburguesas del Gato es la típica de las cafeterías o ‘diners’ de Estados Unidos, en la que prima una corteza crocante sobre el volumen.
Decidirse por una Cheese Miau no fue fácil por la variedad de la carta. Había unas con tocino (la Toci Cheese Miau), con champiñones (la Champú Miau), con piña (la Tropical Miau) y hasta con carne de cerdo (la Pork Miau). No podía faltar la especialidad de la casa, la Siete Vidas, que combina carne de res y de cerdo y que incorpora un huevo frito en su punto.
A Daniel Torres (‘El Gato’ por el color de sus ojos), el propietario y gastrónomo, se le fueron ocurriendo estas variedades y ya con el menú en mente abrió el negocio. De esto ya son 8 años. Empezó con un local en el sector del antiguo aeropuerto (que ya cerró) y ahora cuenta con dos sucursales, una de ellas en La Pradera.
‘El Gato’ oferta un concepto, a su pensar, “totalmente diferente de hamburguesas”. Él cree que tienen que ser accesibles para todo bolsillo sin que se vea mermada la calidad (e implícitamente la frescura de los ingredientes). Si bien se trata de un puesto de comida rápida, no se trata de hacer una hamburguesa a toda prisa, sin cuidar los detalles. La velocidad viene de parte de los comensales, a la hora de comer, y no tanto en la preparación.
Precios: entre USD 2,50 y USD 7.
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