¿Cómo se llama Dios? ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Quién es la Virgen María? ¿Por qué ellos se arrodillan? ¿Qué significan esas velas? .
Así de abarcadoras -y muchas veces perturbadoras- son las preguntas y peticiones de los niños en materia de religión. Y es natural, la religión para muchas personas es una parte indispensable de su identidad. Aún incluso si de ya de adultos deciden no practicar la religión en la que fueron formados, algo queda en la formación, algo queda en la escala de valores. Claro, a veces más o menos perceptible.
Entonces estamos hablando del desarrollo espiritual e intelectual de un individuo, desde su etapa más vulnerable, su niñez. Pero qué sucede cuando los principales encargados de ese proceso, los padres, son de religiones diferentes.
Sobre esto mucho se ha escrito tanto desde la psicología como en múltiples historias de ficción. Cómo olvidar a Zoraida, la mujer musulmana que abandona a su padre a su suerte en medio del mar, como máximo sacrificio previo a su conversión al cristianismo. Sin duda, uno de los personajes del Quijote más reveladores de ese choque constante entre credos y familias.
De modo que este dilema milenario sigue siendo un dilema contemporáneo. Por ello cada pareja debe tener muy claro cómo van a manejarlo antes de casarse porque en guerra avisada no muere gente y las guerras más grandes del mundo han tenido que ver todo con las diferencias de credos.
Apertura y balance
Suania Torres es católica y se casó con un hombre judío. Aún no tienen hijos pero cuando lleguen ya están preparados. Desde su noviazgo y antes de casarse fueron claros y sostuvieron largos y agotadores debates sobre cómo manejarían el tema. Al final, ganó el amor, la apertura de ambos y un balance que han considerado justo.
Por ejemplo, en el hogar no se come cerdo pero se pone árbol de Navidad. Los niños serán bautizados bajo el rito católico pero el padre no tendrá que participar directamente de la ceremonia, salvo la foto que selle el recuerdo. Igualmente, ella asiste a las cenas que coordinan desde la sinagoga a la que asiste su esposo. De hecho, la propia ceremonia matrimonial fue un reflejo de su filosofía como pareja. Se casaron bajo la Iglesia Unity e integraron ritos judíos y católicos.
“En la luna de miel también lo hicimos así. El soñaba con ir a Israel a orar en el muro de David y yo quería ir a París. Entonces fuimos a ambos destinos y en Israel quise ir al Santo Sepulcro y él me acompañó las tres horas de fila pero no entró. Es cuestión de que ambos estén dispuestos a ceder”, propone Torres para quien es recomendable dejar todo claro antes de la boda y preferiblemente por escrito vía capitulaciones. Un elemento clave es el respeto por el credo de cada cual y sobre todo no tratar de convencerse el uno al otro.
En el caso de los niños ambos han decidido que no le inculcarán ninguna religión directamente, sino que esperarán a que ellos tengan la edad para decidir. Buscarán un colegio laico y sea cual sea la religión que los niños escojan, ambos los apoyarán.
“Eso siempre va a depender de cuán flexible sea la pareja. Por ejemplo en mi caso, para que tus hijos sean judíos es cuestión de linaje. Yo tendría que convertirme o ellos, ya grandes tomar la decisión”, explica Torres toda vez que confiesa que esta claridad ha sido el resultado de un esfuerzo conjunto fundamentado en el amor.
Algo similar, pero con religiones menos distantes, experimentó Mónica Cruz, una evangélica practicante que se casó con un católico.
“Es importante que se hable antes de la boda. Y definitivamente creo que es más difícil cuando son padres de doctrinas que no son cristianas porque la diferencia por ejemplo entre evangélicos y católicos es más de ritual y liturgia”, expone Cruz quien se casó con su esposo por ambos ritos y asegura que lo ven como “una doble bendición”.
Ella se ha encargado de presentarles a sus hijos sus credos mientras que su esposo tiene a su cargo presentarles el catolicismo. Con el tiempo, los niños decidirán.
Esta manera de manejar las diferencias, por el contrario, no es recomendable a juicio del psicólogo José Santos para quien es importante que desde la niñez los padres tomen una decisión sobre qué religión prevalecerá. “Puede causar confusión y generar preguntas que el niño no estará en la madurez de entender porque si un día va al catecismo y el otro a la escuela bíblica puede confundirse. Claro está, esto jamás debe ir en detrimento de la otra fe religiosa porque si se descalifica una fe, se descalifica al otro progenitor”, recomienda Santos para quien la clave está en que siempre se les explique que “ambas religiones adoran al mismo Dios de distintas maneras”.
Sin duda, como la fe, cada escenario se atiende caso a caso, paso a paso.