Rashel Erazo, activista de la asociación Alfil que desde hace tres años impulse al proyecto Mi género en mi cédula. Foto: EL COMERCIO
Externamente luce como una mujer; tiene una cabellera negra, larga y tupida de risos, sus ojos están bien maquillados y su cuerpo tiene las curvas de cualquier muchacha. Es una mujer, pero nació hombre. Su cédula indica que su sexo es masculino y en ella consta el nombre de un joven.
Parece un error del Registro Civil, pero para Rashel Erazo, activista transgénero, ese documento es un símbolo de la “incongruencia que existe en el país cuando se habla de la identidad sexual”.
Una frase tan común como esta -dice- tendría un significado real el momento en que la Asamblea Nacional aprobara la Ley del Servicio Nacional de Gestión de la Identidad y Datos Civiles. Ayer miércoles 14 de octubre, la Comisión de Gobiernos Autónomos aprobó el informe para segundo debate de ese proyecto.
En su cédula, Rashel Erazo es identificada con el sexo masculino. Foto: EL COMERCIO
En la norma se presente por primera vez la posibilidad de cambiar la palabra sexo por la de género. Podría parecer un detalle insignificante, pero para la activista, que también es presidenta de la Asociación Alfil, esta modificación sería un logro en la lucha por el reconocimiento de los derechos a la identidad sexual del movimiento de gays, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexo (Lgbti), pero sobre todo de las personas transgénero.
Incluir el género en la cédula implicaría que una persona como ella, que luce y se siente como mujer, pueda cambiar la palabra ‘masculino’ por la de ‘mujer’ en su documento de identificación. Su sexo quedaría en la partida de nacimiento, que no es un documento público.
¿Qué se lograría con esto? Que Rashel pueda cambiar un cheque en el banco, que cuando salga del país no sea llevada a las oficinas de Migración porque en su pasaporte está la foto de una mujer y los nombres de un hombre, que no le traten como sospechosa, que cuando vaya a una cita médica no le digan señor. Y en general que se haga real lo que dice la Constitución: que el Estado garantizará los derechos y la no discriminación por identidad sexual.
Alfil ha realizado, desde hace tres años, una campaña denominada Mi género en mi cédula y su objetivo es que el Estado reconozca que el género es público y vaya en la cédula y el sexo, que es íntimo, conste en la partida de nacimiento.
Para Rashel, el país ha dado pasos en la legislación a favor de los derechos de los Glbti, pero falta aún y reconoce que “todavía somos tratados como ciudadanos de segunda clase”.
El argumento principal de quienes rechazan esta reforma es que permitiría también los matrimonios del mismo género, lo que no está permitido aún en el país. Sin embargo, en la Asamblea se aclaró que con dejar el sexo en la partida de nacimiento se podría verificar esta información.
Para la asambleísta de Alianza País, Alexandra Ocles: “este es un tema relacionado con lo íntimo de la persona, plantea discriminación hacia personas que viven un proceso trans femenino o masculino.
Nosotros creemos que el tema de género debe ser un decisión voluntaria y que cuando un ciudadano, de 18 años, vaya a obtener la cédula como mayor de edad, defina su identidad sexual y la ubique en su documento”.