Franklin Virgüez: 'Venezuela ya no produce ni telenovelas'
El actor venezolano Franklin Virgüez llegó a Guayaquil para presentar su monólogo. Foto: Alexander García/ El Comercio
El actor venezolano Franklin Virgüez está en Guayaquil para presentar el monólogo teatral Por estas calles, la continuación en las tablas de una serie televisiva venezolana de los años noventa, que denunciaba la corrupción del régimen de la época.
A través de Eudomar Santos, un malandrín de barrio, Virgüez cuenta en clave cómica lo que le pasó al personaje desde el fin del seriado hasta nuestros días, tomándole el pulso a la convulsionada situación política y social de la Venezuela contemporánea.
La obra, que a través de videos repasa momentos claves de la historia más reciente del país llanero, se presentará este sábado 13 y domingo 14 de diciembre de 2014, en la sala del Teatro del Edificio Las Cámaras, a las 21:00 y las 20:00 respectivamente. Virgüez habló con EL COMERCIO sobre las claves del montaje y expuso su visión sobre la difícil situación política de su país.
La telenovela Por estas calles hablaba de la corrupción de la Cuarta República en Venezuela. ¿Qué similitudes encuentra en su país hoy?
El monologo que traigo a Guayaquil es una obra inspirada en la telenovela. ‘Por estas calles’ denunciaba la corrupción y desafueros de la época en que a Venezuela la gobernaban los partidos políticos del status, Acción Democrática y COPEI. La novela prácticamente le tendió la cama a Hugo Chávez al gobierno, al poder. Sin embargo, en la actualidad en Venezuela se vive una situación política, social, moral mucho más grave, y hay corrupción en un grado superlativo a lo que se vivió en aquella época. Hoy el pueblo nos pide una nueva Por estas calles, el asunto es que no hay canal que la pueda transmitir. Ibsen Martínez, escritor y dramaturgo, autor del seriado, escribió este monologo donde reaparece Eudomar Santos, mi personaje, que creo que a lo largo de los años ha permanecido en el corazón de los venezolanos.
Es curioso como la Historia parece trazar círculos…
El tiempo nos ha enseñado que el remedio ha sido peor que la enfermedad, ahora hay más pobreza, la delincuencia ya no distingue entre clases sociales y ataca a todos por igual. Los venezolanos se han convertido en un pueblo de inmigrantes. En Ecuador hay muchísimos venezolanos, en Miami, en Colombia, en los Estados Unidos.
¿Usted es uno de esos inmigrantes?
Yo decidí autoexiliarme porque en Venezuela no se puede vivir. Es un país inseguro desde todo punto de vista, inseguro para la gente de a pie y para las empresas. Vivo en Miami hace doce años, terminé quedándome porque en Venezuela no hay trabajo, si antes era un país exportador de productos televisivos, eso ya no existe. La inseguridad jurídica es tal que Venezuela ya no produce ni telenovelas. Y ni para montar una empresa porque no tienes las garantías de tipo legal que respalden la inversión.
¿Por qué cree que el personaje de Eudomar, protagonista de la obra teatral, se volvió tan querido?
La gente lo recuerda desde los años en la televisión. Es un personaje sabrosón, cuentero, ocurrido, cuenta chistes… Eudomar es casi lo que nosotros llamamos un malandro. Transitaba por el límite de la delincuencia, del delito, pero era una especie de Robin Hood del barrio. Todos los latinoamericanos tenemos un poco de Eudomar dentro de nosotros.
¿Cómo es que este 'bacán' de barrio termina en el chavismo?
Eudomar sale de la pantalla hacia la realidad a contarnos qué ha sido de su vida desde mediados de los años 90 hasta ahora. Cuando termina la novela y se monta el chavismo Eudomar piensa que se va a volver famoso y millonario. Pero adolece de una enfermedad: la invisibilidad. Se siente invisible, siente que no existe y se mete al PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), recoge su carné y se pone su camisa roja y se va a los mítines a pegar gritos: ¡No volverán…! Resulta que nadie le para bola, por ahí va transitando la obra, entre chismes, chistes y cuentos…
¿El personaje explota desde adentro del chavismo?
Porque los conoce desde sus entrañas, conoce al chavismo y lo denuncia. El personaje nos cuenta cómo es que termina de "afecto del proceso" para darnos una semblanza, humorística y descarnada de la putrefacción política y moral del régimen. Al final de la obra ya no le interesa que estos carajos lo vean, porque con lo que él ha visto era suficiente. Porque a medida que trascurre el tiempo lo que le va quedando es hambre, necesidad, largas filas para que le vendan un paquete de harina… El final es dramático…
¿Y cómo es que el público se termina riendo de todo esto?
Nosotros tenemos una particularidad, nos reímos de nuestras tragedias. Porque ocurren cosas y te ríes, es inevitable; con las cosas que inventa y hace el venezolano para subsistir, es una vaina impresionante. Todo el tiempo te vas a estar riendo, hasta los últimos diez minutos de la pieza, que tiene una duración de una hora y media.
¿Sueña con montar esta obra en Caracas?
Coño, yo esta pieza no la puedo hacer en Venezuela porque estoy amenazado, a mí me amenazó un alto funcionario del gobierno llamándome por teléfono y diciéndome: “Ven a hacer esa vaina aquí, para ver como vas a salir”.