44 años de filmes nacionales traducidos en afiches

Afiche

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Personajes, locaciones, historias inscritas en la memoria audiovisual y filmes que definen el desarrollo de la producción cinematográfica nacional son parte de una investigación que se gestó en la Casa de la Cultura.

‘Afiches de cine ecuatoriano’ es un trabajo que resume la historia del cine local en los últimos 44 años, en una colección de 126 imágenes, que extraídas de los archivos y ordenadas cronológicamente se convierten en un relato histórico.

En ese contexto, el cartel de cine es una marca en el tiempo.
Es presente, pero también es futuro y pasado, en ese orden, sostiene Wilma Granda.

La directora de la Cinemateca de la Casa de la Cultura aclara que ese elemento visual se convierte en la evidencia de un proyecto concluido, mientras permanece en la cartelera.

Un espacio en el que además establece una relación íntima y presente con el espectador pero transformándose en oráculo que revela una historia, que se reserva un halo de misterio.

Luego, eventualmente, ese cartel estandarizado en un tamaño de 70 por 10 centímetros, se convertirá en una imagen que regresa a la memoria para evocar una época, una escena, algún diálogo o una pieza musical, así como también la experiencia de la sala oscura y la pantalla grande en algún rincón de la ciudad.

Antes de la década del 60, se acostumbraba publicar avisos a página completa en los diarios para anunciar el estreno de alguna película nacional, lo que explica el escaso registro de carteles antes de esa época.

El recuento que hace Dillon parte con un cartel que anuncia la cinta ‘Cautiva de la selva’ (1969), protagonizada por la argentina Libertad Leblanc. Una cinta “a colores” que además registra la participación del Ecuador en el sistema de coproducción con otros países de la región.

Las siguientes dos décadas transcurren entre cortos y largometrajes que intercalan la ficción y el documental, entre hechos históricos, dramas sociales, mitos y leyendas.

Una producción que se refleja en carteles que más allá de revelar un patrón mantienen un balance entre el uso de la fotografía y la ilustración.

Para el diseñador Aurelio Valdez, el afiche “era un elemento que tenía que hacerse rápido y al que se le prestaba poco interés”. Pocos autores figuran al pie de los 126 carteles.

Ahora, la creación del afiche es un oficio que se ha revalorizado hasta convertirse en un elemento estratégico dentro de la producción cinematográfica. Puente de comunicación, herramienta de publicidad y pieza artística que recobra protagonismo a partir de 1999.

Desde ese año se marcó el crecimiento cuantitativo de la producción fílmica; 86 de los 126 afiches registrados en la obra de Dillon son producidos en los últimos 15 años.

En la colección de Dillon hay obras en las que pueden existir elementos recurrentes que responden a normas más generales sobre la simplicidad, el ritmo y la simetría.

Por eso, el diseñador Pablo Iturralde propone la idea del cartel de cine como un espacio de expresión sensible, que se adapta a los diversos públicos y mercados.

De ahí que hay películas que se promocionan con distintos afiches en festivales y carteleras. ‘Ratas, ratones, rateros’ (1999) o ‘Feriado’ (2014) son ejemplos del concepto dinámico que se maneja actualmente en la transmisión de ideas y emociones a través del cartel.

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