‘A medio camino’, una panorámica del micro contrabando en Tulcán

El proyecto de la joven cineasta tulcaneña nace de su exploración personal en las problemáticas que vive a diario en su comunidad. Foto: CHRISTIAN HIDALGO.

El proyecto de la joven cineasta tulcaneña nace de su exploración personal en las problemáticas que vive a diario en su comunidad. Foto: CHRISTIAN HIDALGO.

El documental 'A medio camino' de la joven cineasta Nantu Mantilla formará parte del Festival Documental Encuentros del Otro Cine (Edoc). Foto: CHRISTIAN HIDALGO.

Es un secreto a voces. A primera vista, el río Carchi se levanta apacible, pero lo habita un oficio que pervive en una zona desplazada por el olvido y la respuesta es clara: hay que sobrevivir. También es una tradición. Medias, ollas, zapatos, televisores y electrodomésticos cruzan la corriente natural del agua y enlazan relaciones laborales entre los habitantes que los transportan. Pero el río también alberga muerte y miedo.

Poco a poco, se teje un hilo argumentativo y el espectador entiende de qué se trata: es el micro contrabando, la ilegalidad que extiende peligros en sus protagonistas. Así retrata la joven cineasta Nantu Mantilla al trabajo que pervive en el barrio, "El Brinco”, ubicado en la ciudad de Tulcán, en la zona fronteriza con Colombia. Su documental ‘A medio camino’ forma parte de la selección oficial de la sección Cómo nos ven, cómo nos vemos, del Festival Internacional de Cine Documental Encuentros del Otro Cine (Edoc).

“Mi abuelita nos contaba que antes no había cómo vender medias, ollas y zapatos. A diario, ya somos unas 50 o 60 personas trabajando. Pero en sí, no es contrabando”, declara una voz femenina y anónima que inicia el relato mientras se observa la rutina de control militarizado en la frontera con Colombia. En 19 minutos, sus palabras, junto con las de otros actores sin rostros, van enlazando sus historias de vida para poner en evidencia cómo el micro contrabando es un apoyo económico para una comunidad olvidada que basa su subsistencia en una labor de naturaleza ilegal que desentraña riesgos mortales.

Sus protagonistas viven en el barrio “El Brinco”, uno de los más humildes presentes en Tulcán. Pero el espacio geográfico tiene más de un nombre. Otros, por ejemplo, lo llaman “Las bodegas de la aduana”: casas humildes construidas a base de adobe, con indumentaria recién lavada permanente en sus espacios. Ahí, el micro contrabando abarca elementos como televisiones, gallinas, frutas, papas, gasolina, entre otros elementos que se consumen en el día a día. Eso diferencia al oficio del contrabando. No es pues, lo que se imaginaría como una organización de crimen organizado. Más bien, lo que retrata el audiovisual es un conjunto de habitantes que arriesgan su integridad para afianzar el futuro de los suyos más allá de la dualidad "legal e ilegal, policías y delincuentes".

El proyecto de la joven cineasta tulcaneña nace de su exploración personal en las problemáticas que vive a diario en su comunidad. Foto: CHRISTIAN HIDALGO.

Mientras las imágenes del río, mercado, carreteras y paisajismo tulcaneño van rodando, otra voz va contando cómo, al cruzar el río, los policías disparaban balazos al aire y otros que alcanzaban a los caballos, su principal medio de transporte.

La jornada de los micro contrabandistas se inicia a las 02:00 para sortear a los representantes de la ley. Pero no les da garantías de vida. Hay historias que se cuentan, como la de Luis, un joven que retó a la afluencia del río para pasar su mercadería y murió en el intento. O el desenlace de una mujer que, al querer proteger una caneca de gasolina, falleció quemada debido a que un disparo alcanzó el contenedor. Así se desarrolla el retrato coral que se desarrolla con base en la retórica, un recurso que, según cuenta la directora, se construyó para conservar el anonimato de quienes se atrevieron a contar a su historia.

El proyecto, cuenta Mantilla, nació de su exploración personal en las problemáticas presentes en su comunidad. La joven cineasta tulcaneña, que cursa el octavo semestre en la Universidad de las Artes, ha vivido de cerca con la dinámica del micro contrabando, pues gran parte de su familia y amigos lo han visto como una manera eficaz de sustentar su negocio. El ejercicio antropológico de su padre y su tío la acercaron a un músico y agricultor que se dedicaba al micro contrabando y ahí se gestó la primera idea de ‘A medio camino’. Después, en conjunto con su equipo, se decidió abordar más historias que reflejen la diversidad de la comunidad.

La investigación fue uno de los ejes más fuertes para la producción del documental. Dedicó más de seis meses al repaso histórico y acompañó a los micro contrabandistas por 15 días. La inmersión, afirma, la introdujo en un contexto ajeno, intimidante pero necesario para comprender las diversas artistas presentes en la actividad.

Los peligros que se exponen en ‘A medio camino’ llevan a varias interrogantes: ¿El riesgo es proporcional al beneficio? ¿En dónde está la autoridad máxima del país para mejorar la calidad de vida del ser humano que habita en zonas fronterizas? ¿Qué pasará con sus protagonistas?

Pero el micro contrabando no es la única problemática que se mantiene vigente. Mantilla reflexiona sobre el abandono cultural en las ciudades periféricas. “Son espacios que están en el olvido. Sí, se quiere fomentar la seguridad: más policías y más militares, sin embargo, no existe inversión a la cultura e impulso al emprendimiento”, concluye Mantilla.

‘A medio camino’ se proyectará hoy, viernes 18 de mayo del 2018, en el Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (Incine), a las 19:30. Después habrá un conversatorio con el equipo completo del documental: Nantu Mantilla, en la dirección y producción; Carlett Decker, en la producción de campo; Gabriel Barreno y Melisa Esparza, en la edición; Elizabeth Sig Tu, Jhon Vinces, en el sonido; y Diego Coello, en dirección de fotografía.

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