Padres e hijos disfrutaron de obras de teatro, títeres, música y talleres de literatura infantil en el marco de la FIL 2014. Foto: Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Redacción Cultura (I)
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A los visitantes de la Feria Internacional del Libro en su edición 2014 los recibían los sonidos de música vernácula desde los equipos de amplificación que se instalaron en los exteriores de la Casa de la Cultura. Ese público era mayormente heterogéneo, salvo por aquel que se encontraba dispuesto en el Pabellón Infantil del Museo Nacional.
Ahí se congregaban padres de familia y los más pequeños del hogar, ante la oferta de cuatro casas editoriales (Zonacuario, Ediciones SM, Santillana SA y Libro de Chocolate) y los estands del Fondo de Cultura Económica y del Oso Lector. Todas las opciones se esmeraron por atraer tanto a grandes y a chicos con novedosas disposiciones de sus sitios de exposición.
Ya sea con iniciativas más novedosas como una suerte de instalación en donde los libros colgaban desde el cielo raso, o con simples globos o espacios llenos de futones de colores donde se alertaba con letras amigables que era “prohibido no tocar”, los ofertantes trataban de capturar la imaginación del lector bisoño.
El área de lectura dispuesta en el pabellón ocupaba todo el espacio frente a las casas editoriales y terminaba frente a una tarima de presentaciones en donde, desde el inicio de la feria, se ha visto desfilar a una decena de obras de teatro especializado en niños. Así por ejemplo, el día sábado se puso en escena obras de los grupos Círculo y Rana Sabia.
También había talleres de diversa índole. Uno de los que capturó más la atención tanto de grandes como de chicos fue el de la elaboración de títeres dictado por Teatro Ojo de Agua.
Cabe decir que es notable el interés de los menores en los productos que ofertaban desde narraciones visuales hasta juegos didácticos. En general, los padres respondían a los intereses propios de sus hijos. Esto fue evidente en la sala de lectura. Ahí, por ejemplo, Renata Quillupangui hojeaba con vivaz curiosidad las páginas de distintas publicaciones, especialmente aquellas relacionadas con el mundo animal. Una vez que ella escudriñaba las diferentes opciones se acercaba a su madre, quien la asesoraba para una decisión final.
Sin embargo, esta decisión se sostenía en gran medida en lo económico. Uno de los asistentes, Johnatan Silva, recalcó que si bien la feria le resultó magnífica, estaban “un poquito caros los libros”. En general, los padres de familia y niños que repletaron el Museo Nacional repetían que les “encantó” la feria y su pabellón infantil.
Según personeros de la organización, uno de los aspectos fundamentales en la relación entre el novel lector y una obra infantil, es el trabajo gráfico. Las ilustraciones de títulos como ‘Cuando duerme el sol’ de Marialuz Albuja Bayas o ‘Ángel de mi guarda’ de Ricardo Williams, por ejemplo, llamaron la atención a niños y adultos. Por cierto, Williams también presentó el sábado un recital el sábado por la mañana, un ejemplo de la inclusión de la música en la oferta de productos destinados a lectores infantiles.
Así, la Feria del Libro del 2014 y su colorido pabellón infantil en el Museo Nacional de la Casa del a Cultura cerraron el telón ayer en medio de un día familiar con la presentación de charlas sobre literatura infantil, la obra de teatro ‘El gran circo de Olga la pulga’, un taller de elaboración de libros artesanales y la obra de títeres ‘Las medias de los flamencos’.
En contexto
En la séptima edición de la Feria Internacional del Libro – Quito se dio especial importancia al sector de la literatura infantil. Esto debido a que varias editoriales han mostrado un mayor interés por el género. Los temas dominantes son el aula, el hogar o la naturaleza.