Fiesta de San Pedro y San Pablo en Cayambe en el 2005.
Toma de la plaza por parte de las comparsas de las comunidades. Foto Archivo: Diego Pallero/EL COMERCIO
“Uno de los mayores problemas de la antropología social es que muchas veces prescinde de la historia documental y solamente confía en la tradición…” (Francis Perea, 2010: p, 18).
Efectivamente, para comprender las fiestas como las de San Pedro de Cayambe no se requiere sólo del análisis folclórico, social o cultural, sino averiguar sus causas históricas.
Lo mismo ocurre con casi todas las celebraciones tradicionales del Ecuador, de cuyos orígenes no se tiene mayor información.Para el caso mencionado, en el 2010 pudimos localizar un documento en el archivo de la Curia Metropolitana de Quito que tiene especial significado para comprender esta celebración.
Además, en este repositorio se encuentran datos totalmente desconocidos y muy valiosos sobre otras festividades populares, como las de Corpus Christi en Pujilí, la Diablada en Píllaro; incluso la Mama Negra de Latacunga, de la cual se han escrito numerosos ensayos pero que no cuentan con las versiones que existen en este y otros archivos eclesiásticos, sobre todo de Quito, en donde se hallan explicaciones diferentes a las referidas en la actualidad.
Desde el punto de vista ancestral, la región de Cayambe tiene una especial connotación por hallarse en la mitad del mundo, razón por la que en la zona, conforme las evidencias logradas, las fiestas del solsticio de junio tenían y tienen especial significado. En ningún documento hemos encontrado una expresión que equivalga a inti raymi, razón por la que es una locución aplicada por los antropólogos de nuestros días.
Juan de Arciniega, provisor de naturales de la Audiencia de Quito, informa al regidor Juan Campuzano en marzo de 1710 que “a finales del mes de junio, los naturales del pueblo de Cayambe tienen la costumbre de celebrar una gran fiesta en homenaje al sol… es algo tan propio de ellos que no se les puede quitar a pesar de las amenazas de castigo… para esto los caciques piden a los señores propietarios de fundos, que los hay y muchos en la zona, prestar una o más casas de hacienda para efectuar grandes concentraciones de indios, quienes luego de las cosechas se dedican a danzar con inusitada alegría, beben copiosamente chicha de maíz, comen y pasan muy alegres desde San Juan hasta la celebración de los apóstoles San Pedro y San Pablo, incluso van más allá…” (Archivo BAEP, Informes, 1700-1715, Vol. II, folio 12).
Luego de la fiesta indígena del 29 de junio de 1710, el cura de Cayambe, Matheo de la Cuadra, solicita al provisor del obispado de Quito, se designe al apóstol San Pedro como patrono del pueblo de Cayambe. “Es por tanto necesario que a deste pueblo de cayambe, bajo cuio nombre se pudo haver evitado tantas tropelías cometidas en las fiestas de las cosechas por lo naturales deste lugar que no acatan la fe verdadera. Ya el R.P. Miguel de Tapia hizo de pedir en el año dicho de mil e seiscientos treinta y cinco para que se ponga bajo la protección divina del príncipe de los Apóstoles el Sr. Sn Pedro…
Clamo, entonces a V.P.R. se de paso a este nombre definitivo y no solamente como devoción para que queden sentados en los libros de bautizos y demás fojas de que así se llame deste pueblo para siempre y se permitan quemar candelas y hacer las fiestas con devosion y zelo por este gran príncipe de la sabiduría plena como el Sr. San Pedro Apóstol, cuia veneración ya es conocida pero no aprobada por V.P.R.” (Texto original en Archivo Curia Diocesana de Quito, Doctrinas, 1700-1714, folios 32 y siguientes).
No existe documento alguno que pruebe si este pedido fue aprobado o no; sin embargo, para el 18 de junio de 1712, el cura Marcos de la Fuente dirige la siguiente carta al Provisor Juan de la Cerna, señalando que: “He recibido el pedido de Dn. Manuel Cacuango, cacique desta jurisdicción y su esposa Dña. Micaela Tota, para pasar fiesta solemne al señor San Pedro con todos los ayllus que le son propios y se comprometen a realizarlo para siempre como un mandato regio de que ansí deben hacerlo en lo seguido, sin pena de cometer el pecado de engaño ante las cosas de Dios…
Ellos han pedido que sea el señor San Pedro que se convierta en patrono de manera segura y continua, por lo que han mandado y dispuesto a sus descendientes que cumplan con esta promesa santa para que el Apóstol cuide y proteja a deste pueblo de Cayambe y su comarca…..ordenó además que las fiestas sean del pueblo llano y no de blancos o mestizos….también lo hizo por gratitud ya que el santo es milagroso y lo curó de una grave enfermedad de tabardillo que le cogió cuando fue de viaje al pueblo de Chapí en tierra de los imbayas….
Para ello han mandado a trabajar cuatro almudes de cera y dos de resina fina para alumbrar la imagen que ellos mismos han mandado limosnar en un taller de Quito y que será depositado en una hornacina propia en desde iglesia de Cayambe como señor y principal de la comarca…..” (Ibid. Archivo, Pueblos y doctrinas de naturales, 1792-1710, fol. 3).
Se colige, entonces, que fue el 29 de junio de 1712 en donde por vez primera se realizó la fiesta de san Pedro.
En cuanto a las celebraciones populares, tenemos un dato importante consignado por el fraile mercedario Luis Frías, administrador de la hacienda Pesillo, quien en 1756 dice: “….es admirable el jolgorio y alegría que los indios tienen en la fiesta de San Pedro que coincide con sus fiestas por la terminación de las cosechas y por sus creencias sobre su calendario solar.
Los principales de los ayllos se reúnen en la plaza principal luego de haber hecho sus ritos el 21 de junio en una loma muy cercana al pueblo a la que llaman “puntialzil”, lugar en el que creen viven los espíritus de sus antepasados y que regresan con ocasión de la estación solar”.
El relato continúa: “Allí ponen un palo en donde los rayos del sol caen perpendiculares, luego de ello inician sus bailes dirigidos por sus caciques y es una fiesta y un alboroto formidable que se prolonga hasta el 29 de junio. En este día se dirigen luego a la plaza del pueblo ahora llamado San Pedro de Cayambe para homenajear al santo patrono, a quien le cantan loas y entonan sus músicas alegres que son propias de ellos, ya que no se oyen en otras partes. Le dicen en tonos sus penas, alegrías, cosas de su vida diaria, de sus hijos y de lo que pasa en la comarca. Es curioso el caso de que participan las mujeres que no tienen estancia en fiesta de los indios, pero ellas tienen su propio tiempo para cantar…..por lo menos es la única vez que veo esta data…” ( Archivo del Convento Máximo de la Merced de Quito, Pesillo, Libro II, Informes 1745-1760, fol. 90 y siguientes).
En nuestros días, la fiesta sigue apegada a la tradición y se ha convertido en un acontecimiento singular en donde el pueblo participa de manera activa, sobre todo en el aspecto social y cultural. Cecilio Espinosa Arévalo nos trae mayor información sobre los rituales y ceremonias del llamado inti raymi en su libro “La fiesta mayor del solsticio” (2010).