Haciendo señas con sus manos, la maestra Magdalena Gilbert transmitía el mensaje que daba Papá Noel desde el escenario. Abajo, en sus sillas, unos 50 alumnos del Instituto Médico Pedagógico de Audición y Lenguaje (Impal) seguían los movimientos con atención.
Un sillón gigante copaba el entablado. Entre el brillo de la escarcha y las luces multicolores, el hombre de traje rojo y sonrisa bonachona los invitaba a un viaje por su taller en el Polo Norte.
La mañana de ayer, 300 niños que reciben terapias en el Consejo Nacional de Discapacidades de Guayaquil participaron en un agasajo navideño, organizado por la Vicepresidencia de la República en Guayaquil. Sus padres y maestros los acompañaron en el auditorio del Liceo Cristiano, en el norte de la ciudad, donde recibieron regalos y caramelos.
Aunque no había renos, tampoco nieve, los pequeños pusieron a volar su imaginación. “Quiero ver a Papá Noel”, era el pedido de Frank. El niño de 6 años, quien padece hidrocefalia, trataba de escabullirse de los brazos de su madre, Herminia Villafuerte.
Desde la primera fila, y en medio de un fuerte resguardo policial, el vicepresidente Lenín Moreno observó cómo Frank logró su meta de sentarse en las piernas de Papá Noel. Alrededor, varias madres pugnaban por tomarse una foto con el Segundo Mandatario.
Martha Lucas también intentó acercarse, pero no para una fotografía. Ella tenía un pedido. “Se debe cambiar la forma de educación que tienen los chicos. Ellos necesitan un espacio diferente al edificio del Conadis. Deberían tener una escuela exclusiva para recibir clases y sus terapias”, contaba mientras avanzaba en medio de policías y guardaespaldas.
Cerca, Aída Moncayo cuidaba a su sobrina Juanita. La niña de 8 años tiene parálisis cerebral. “Estas actividades les hacen bien porque pueden socializarse mejor”, dijo Moncayo. En tanto, Rocío González de Moreno, esposa del Vicepresidente, agradeció el apoyo de la empresa privada para hacer el festejo por Navidad.