Con fármacos y terapias se trata la bipolaridad

En el sector de Psiquiatría,del Hospital Pablo Arturo Suárez, norte de Quito,se atiende a pacientes con bipolaridad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En el sector de Psiquiatría,del Hospital Pablo Arturo Suárez, norte de Quito,se atiende a pacientes con bipolaridad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En el sector de Psiquiatría,del Hospital Pablo Arturo Suárez, norte de Quito,se atiende a pacientes con bipolaridad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Era estudiante de Administración de Empresas, pero se inscribió en la Facultad de Enfermería de la misma universidad. De forma simultánea, trató de seguir un curso de fotografía y hasta se ofreció como voluntario de un grupo religioso en el valle de Los Chillos.

Jorge (nombre protegido), de 27 años, pasaba la mayor parte del tiempo exaltado. No paraba de hablar. Sus allegados lo llevaron al Hospital Psiquiátrico San Lázaro, en el Centro de Quito. Allí lo trató el psiquiatra Danny Zúñiga. Su conclusión fue que el estudiante tuvo una recaída en su cuadro de trastorno afectivo bipolar.

Esta semana se recuerda el Día Internacional de la Salud Mental y esa enfermedad es una de las que más preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Afecta a cerca de 60 millones de personas en el mundo, según el organismo.

Además, es la sexta causa de discapacidad a escala global, de acuerdo con información de la Red Informática de Medicina Avanzada que colabora con la Organización Panamericana de la Salud.

La bipolaridad lleva al suicidio del 15% de los enfermos y es de difícil prescripción: pasan 16 años desde su desarrollo hasta que se diagnostica.

Se caracteriza por una alternancia de episodios manía­co-depresivos y fases de estado de ánimo normal. En las de manías o trastornos, el paciente presenta irritabilidad, hiperactividad, verborrea y autoestima elevada. Además, disminuye la necesidad de dormir.

Los depresivos se vuelven perezosos, somnolientos y tienden al suicidio. El mal se produce por una alteración bioquímica y estructural del cerebro. Es genético de tipo hereditario, según Patricia Paredes, psiquiatra del Hospital Pablo Arturo Suárez.

En los tratamientos se usan medicamentos que estabilizan el estado de ánimo, frenan la exaltación y previenen las recaídas. A esto se suma el apoyo psicosocial, por el que las familias y el afectado se informan sobre este mal, su manejo y el riesgo de descuidos en el suministro de medicinas.

A escala nacional no existe una cifra sobre el número de personas con ese problema en el sistema público. Pero el Ministerio de Salud (MSP) atendió a 245 188 con trastornos de salud mental, en el 2016.

De esa cantidad, el 24,1% tenía trastornos neuróticos, 17,3% del humor (afectivos, a este corresponde la bipolaridad), 12% del comportamiento y emociones en la infancia y adolescencia, entre otros.

Roberto Enríquez, de la Comisión de Salud Mental del Ministerio, afirma que los problemas de bipolaridad pueden repercutir en el ámbito laboral.

¿Cómo? Se presentan pensamientos negativos en los que el paciente cree que la gente es mala y busca hacerle daño. Ante eso, pueden darse reacciones agresivas en el trabajo. “Así se alimenta a la enfermedad”.

Un caso es el de Ana (nombre protegido), de 35. Perdió su puesto en un ‘call center’ porque tenía conflictos con sus compañeros. Era irritable y se deprimió porque no podía mantener a sus cuatro hijos. Hoy, su madre la apoya y sigue tratamientos con medicinas. Tiene tendencia suicida.

Las conductas de riesgo en las que el afectado no está consciente de sus actos son muy peligrosas, advierte Paredes. Por ejemplo, conducir vehículos en alta velocidad, practicar deportes extremos sin preparación y convertirse en gastadores compulsivos.

Eso vivió un arquitecto que en una noche utilizó los USD 60 000, que le adelantaron para la construcción de unos departamentos en Quito.

En el caso de Marcelo (nombre protegido), de 35, se gastó el dinero de las ventas de su almacén de ropa. De forma inconsciente también hizo negocios con desconocidos y les mostró sus tarjetas de crédito.

Este caso fue tratado por Paredes. Lo que ocurrió es que dejó las medicinas y tuvo una recaída. A esto se sumó que consumió bebidas alcohólicas.

Zúñiga explica que otro de los problemas es que, al ser inconscientes de sus actos, los pacientes con bipolaridad desarrollan un instinto sexual que sobrepasa lo normal.

Un caso de ese tipo fue el de una mujer, de 34, quien buscó parejas ocasionales por Internet, para salir los sábados por la noche. Luego, al darse cuenta de lo que pasó, enfrentó intensas depresiones.

En su consulta, Paredes atiende al mes a 150 personas con problemas de salud mental. De ellas, unas 13 tienen bipolaridad y la mayoría es de un nivel profesional elevado, como abogados o médicos.

Es clave que el paciente-anota- acepte su condición para avanzar en los tratamientos.

La familia debe entender la situación y los cambios de comportamiento deben ser tratados por especialistas.

En ese sentido, el apoyo psicosocial es fundamental. La clave es que en las familias y los pacientes aprendan a convivir con el problema.

En contexto

Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. El objetivo es concienciar a la población sobre esas enfermedades.
A escala nacional, el Ministerio de Salud cuenta con 471 centros encargados de atender estas afecciones.

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