Según los organizadores, el objetivo de la muestra es obligar a las personas a salir de su zona de confort. Foto Referencial: Flickr
Berlín acoge desde la tercera semana del mes de marzo de 2016 una curiosa muestra que, bajo el lema “la exposición más dolorosa del mundo“, reflexiona de forma crítica e irónica sobre el individualismo y sedentarismo que dominan actualmente el mundo de los juegos.
La iniciativa, que se expone en el Museo de la Comunicación hasta el próximo 26 de junio, se titula ‘No pain, no game’ (sin dolor no hay juego) para reivindicar el valor del movimiento y la interacción entre personas, el esfuerzo en definitiva, en el juego.
La exposición lanza sus dardos contra los videojuegos, como metáfora perfecta del entretenimiento en solitario y desde el sofá, y ofrece una perspectiva mucho más lúdica y humorística sobre el juego frente al progresivo aislamiento masivo al que llevan los dispositivos electrónicos.
El objetivo de la muestra es obligar a las personas a “salir de su zona de confort” e “interactuar más con los elementos”, afirmó el museo en un comunicado.
En 500 metros cuadrados, la sala acoge diez particulares obras, entre las que destacan la PainStation, que hace un juego de palabras con los términos jugar y dolor, y una versión gigante del mítico Snake de los teléfonos móviles de Nokia.
Con dos premios internacionales, la PainStation obliga a dos personas a enfrentarse en un juego de ordenador inspirado en el clásico Pong con una sola mano, ya que la otra debe mantenerse quieta sobre un cuadro que da descargas, latigazos o golpes de calor por cada fallo.
Otro de los grandes atractivos es el Snake Pit, una recreación a gran escala del clásico juego del laberinto en el que se persiguen dos serpientes, y en el que los dos jugadores deben conducir a su reptil pisando pedales situados en los cuatro laterales del tablero, lo que les obliga a correr constantemente.
La exposición incluye además un juego de ordenador que castiga provocando dolor de cabeza, un sistema de bolas que se mueven gracias a la voz de los participantes y un saco de boxeo al que hay que golpear en distintas zonas dependiendo de un código de colores.
El Museo de la Comunicación acoge por primera vez de forma individual la obra de los bávaros Volker Morawe y Tilman Reiff, una peculiar exposición donde la interacción y el dinamismo son los requisitos esenciales para que los visitantes disfruten de la muestra y jueguen al mismo tiempo.