Paco Cuesta, de la producción de ETT5, habla con Francisco Pinoargotti y Fernando Villarroel, los únicos dos jueces que asistieron a la final del programa. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Una decena de medios de comunicación -en la mayoría cámaras de programas de farándula -acudió a la cobertura de la final de la quinta temporada de Ecuador Tiene Talento (ETT5), de la cadena Ecuavisa, el domingo 11 de diciembre.
Pero la atención de los medios televisivos –competidores del canal– estaba más que en los concursantes, en los dos jurados que sobrevivieron a la semifinal del ‘reality’: el comediante Francisco Pinoargotti y el actor Fernando Villarroel.
Los jurados fueron entrevistados en los cortes comerciales, con la coordinación de la producción. En referencia a la polémica que había antecedido a la final, Pinoargotti dijo que el show estaba en el escenario y no en la mesa de jueces, pero en realidad él era el foco de atención de los medios.
Las otras dos jueces del ‘talent show’, las actrices Carolina Jaume y Paola Farías, se quedaron fuera de la final por decisión de la producción, luego de un altercado transmitido en directo el domingo 4, aunque sin audio, en el que Farías manoteó y le soltó un “aprende a respetar, payaso” a Pinoargotti. Farías ofreció disculpas públicas por la actitud y explicó que se exaltó porque sintió que su compañero estaba cometiendo una injusticia contra un participante apadrinado por una antigua jurado.
En el 2015, en la cuarta temporada, la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom) amonestó a Ecuavisa al considerar que una participante de 16 años, que se declaró atea, fue víctima de discriminación por parte del jurado de ETT.
“El programa no es preparado en lo más mínimo (…) Nadie busca nada, las cosas son así”, sostiene Paco Cuesta, director general de ETT. Y dice que el televidente asimila los incidentes del formato, como en un partido de fútbol en el que se comenten faltas y penales. “No podemos pedir que un partido de fútbol parezca una coreografía de ballet, donde todo está controlado”.
Cuesta define al programa, franquicia del formato inglés ‘Got Talent’, como un ‘reality’ blanco, “un programa inofensivo que tiene muchos elementos positivos”. Y lo exalta como el programa más visto de la televisión ecuatoriana, desde su primera temporada.
Natalia Tamayo, crítica de televisión, cree, en cambio, que Ecuador Tiene Talento ha trastocado y traicionado sus líneas de producción y la imagen del canal. “Es un ‘reality’ amarillo, amarillista en definitiva, que vive de la polémica, porque el chisme y el escándalo les da rating”, dice la articulista.
Tamayo subraya la contradicción entre el espíritu del programa, la búsqueda de talento, con lo que ella considera falta de respeto y de tolerancia en el trato de algunos jueces frente al público, de jueces con los participantes y de los jueces con los propios jueces. “La búsqueda del talento es el pretexto para un show que reporta rating, popularidad e ingresos”, indica Tamayo, quien ha escrito crítica de televisión para Diario El Universo. “Y por eso al nombrar a los jurados no necesariamente están pensando en el criterio y conocimiento, simplemente en que sean personajes populares”.
También en 2015, la Supercom emitió una amonestación por la participación de un trío de mujeres que concluyó con agresiones físicas. Mientras que en 2014 el Consejo Nacional de Discapacidades se quejó por el comentario de una jueza: “¿Es autista el pavo?”, frente a la participación de un cantante que se presentó con un pavo que seguía la música.
La cantante Karla Kanora, quien fue jurado durante la primera temporada del programa, asegura que la idea original de ETT nunca fue apostarle a la polémica, sino a mostrar a la audiencia la diversidad de talento que existía en el país.
“La diversidad de opiniones enriquece estos programas, pero en el marco del respeto. Eso está implícito en todo lo que se presenta en televisión, está de más decirlo”, concluye.